martes, 6 de marzo de 2012

Abejas reinas

Entre las féminas, especialmente dentro del ámbito laboral, es fácil encontrarse a aspirantes a "abejas reinas". Existen en cualquier categoría y, dentro de esta, tratan de acaparar todo el protagonismo. Son más peligrosas cuanto más cerca de puestos de dirección se encuentren. Con frecuencia son mujeres acomplejadas que se esfuerzan en demostrar su valía aunque para ello tengan que machacar a sus súbditos e invadir otros reinos. Pese a creerse emperatrices, sólo son unas medusas intrigantes que extienden sus tóxicos tentáculos en su ansia por expandir su esfera de acción.

Por el contrario, las aspirantes en posiciones carentes de poder, suelen quedarse en simples, pero igualmente molestas, "moscas cojoneras". El problema fundamental que presentan es que, sin estar precisamente dotadas de una mente privilegiada, tratan de convencer a todo el mundo de que su punto de vista es el más acertado. Para lograrlo despliegan toda su potencia vocal y expresan a gritos sus nada interesantes opiniones ante el elenco de seres, sordos y obtusos, que las rodea. Lo que consiguen habitualmente es convertir una conversación relajada en un irritante monólogo. En esos momentos, no queda más remedio que alejarse con la excusa de regresar a la tarea. Es la única manera de soportarlas. Afortunadamente no son mortíferas y, por lo general, les basta con autoescucharse.

Las ambiciosas avispas que han sido dotadas con un poco más de inteligencia no se conforman tan sólo con expresarse sino que pretenden el dominio de las "mentes inferiores". Se saben más listas, o simplemente más venenosas, que muchas de sus compañeras y abusan de ello. El problema se lo encuentran cuando no miden sus verdaderas capacidades sino que se creen superiores a todo el resto del mundo. Usan sus argucias para manipular cualquier situación a su favor, sin darse cuenta de que sus tretas son evidentes para una buena parte del personal. Adoptan entonces el papel de víctima. Se vuelcan en el compañerismo, aunque se limitan a aquellos a los que tienen engañados, para resaltar así sus grandes virtudes. Por lo tanto no son más que unas ponzoñosas avispas encarnadas en vulgares hipócritas engañabobos.

Otro mal bicho sería la figura de mantis devora hombres. Claro que esta viene con sus días contados. Este tipo de alimañas, mientras está de buen ver, trata de alcanzar el reconocimiento que considera que se merece gracias a ciertos atributos físicos. Si no logra su objetivo en el periodo adecuado, acaba por transformarse en loro.

En resumen, en la naturaleza la abeja reina nace, no se hace. Cualquier intento de llamar la atención para ascender al trono, lo único que consigue es dar al traste con las pretensiones al puesto.

2 comentarios:

Comas dijo...

Las fotos muy dignas. Siempre me ha encantado la maligna elegancia de la "mamá" de Blanca Nieves. Cuántas abejitas mirarán su imagen en distorsionados espejos como los del Callejón del gato. Realmente ¿qué verán?

Carmen dijo...

Nosotras estamos por encima de todas ellas. ¡Qué les den! Seguro que así no se consigue ser feliz.