lunes, 26 de marzo de 2012

Despropósitos del incógnito

La polémica implantación de las máquinas suministradoras de boletos con la excusa de la "protección de datos", el bombardeo de sesiones informativas al respecto (esta semana hay "sólo" dos previstas), la tremenda facilidad con la que se solucionan los problemas que surgen y el oportuno momento escogido para su instauración, es una fuente casi inagotable de sarcásticas entradas para el blog. Alguna ventaja debían de tener.

Si se tiene en cuenta que los genios responsables de la idea parten de la premisa de que no se puede llamar al paciente por su nombre, se comprende que el resultado no puede ser más que un despropósito. ¿Por qué si no cuando se conoce a alguien se le pregunta cómo "se llama"? Lógicamente no es para evitar "llamarle" por ese nombre. No somos el único idioma con esa particularidad lingüistica. Los franceses usan el verbo "appeler" y los ingleses "call" tanto para indicar el nombre, como para reclamarle. La cosa llega más lejos y, supuestamente, nombrar y llamar son palabras sinónimas. Para corregir este desatino tendrán que reunirse los insignes Sres. de la Academia de la Lengua, crear un nuevo diccionario en el que dejen de serlo y que, por lo tanto, se ajuste mejor a los objetivos de la ley de protección de datos.

Anteriormente, cuando alguien no quería dar a conocer su verdadera identidad adoptaba un pseudónimo o se escondía tras el anonimato o el incógnito. Era una opción voluntaria. Tal y como están las cosas ahora, dentro de poco los bebés serán inscritos con un código de barras en el registro civil y el cura tendrá que llevar a cabo los bautizos bajo secreto de confesión. Los carteros, tras llevar cartas personales a sus destinatarios, deberán ser sometidos a un tratamiento amnésico que les borre la memoria. Los profesores no podrán pasar lista para confirmar la asistencia de los alumnos que, para colmo, son menores y, por tanto, necesitan incluso mayor protección. Tampoco será posible sacar documentos del colegio en los que figuren los datos de los chiquillos.

Mientras tanto cualquiera navegará por Internet y encontrará sin dificultad páginas de redes sociales con fotos e intimidades. Se chateará con amigos de la otra parte del globo, a los que nunca se ha visto. Se comprará cualquier cosa por Internet, se rellenarán encuestas y fichas personales. Las conversaciones telefónicas tendrán lugar en mitad de la calle, del autobús o del restaurante. Pero, si al cruzarse con un conocido, peor aún si se trata de un paciente, se le llama por su nombre, se estará incurriendo en un gravísimo atentado contra su intimidad.

2 comentarios:

J Comas dijo...

Hola, a mi me sorprendió enormente que para realizar mis visitas guiadas para escuelas a Ars Radiografitas 8.0, a los niños que asistan, los padres tiene que firmarles un consentimiento por si hay prensa y se realizan fotos, no sea que aparezcan en un periódico o en Tv y luego denuncien a la sala. ¡Con la "ilu" que hace verse en la prensa! Javier Comas "el que sí debe ser nombrado"

House dijo...

http://i.imgur.com/PAaVL.jpg