Con frecuencia, se nos acusa a los médicos de corporativismo. Gozamos de la fama de ser un colectivo que protege a sus miembros. Esto no es del todo cierto e incluso hay casos en los que en lugar de una palmada en el hombro lo que te regalan es una zancadilla. Afortunadamente, son los menos.
La relación que existe entre los trabajadores de un hospital es diferente a la que se crea en otro tipo de empresas. En general es mucho más estrecha. El motivo es evidente: la responsabilidad es alta, es preciso enfrentarse a decisiones que afectan a la vida de otros y el nivel de estrés que esto implica se sobrelleva mejor al contar con el apoyo de los compañeros. No sólo eso, sino que una parte del trabajo se realiza en equipo. Los casos complicados se discuten en sesión clínica para tomar una decisión consensuada. La cirugía cuenta con un primer espada y uno o dos ayudantes en muchos casos. Si la compenetración no es buena el resultado no será óptimo. Lógicamente, todas estas circunstancias contribuyen a crear un ambiente laboral con un gran componente emocional. Estos lazos repercuten en el tipo de relación que se establece entre los compañeros, que son a la vez un apoyo y alguien al que apoyar. Estos se convierten en amigos y el consejo mutuo en los problemas de los pacientes deriva en una confianza que afecta a los de índole más personal.
Las guardias también contribuyen a esta situación. Se comparten horas de trabajo a contrarreloj, de falta de sueño, y un instante de desahogo o de risas es lo que las hace llevaderas y permite superar el cansancio. La infame comida hospitalaria es menos triste cuando se hace acompañado y mejora aún más cuando, en lugar de en el comedor, se organiza entre varios servicios, en algún despacho. Puede consistir en un improvisado "tele-x" o basarse en delicias cocinadas en casa, pero ese momento de recreo que rompe la rutina repone fuerzas tanto físicas como mentales. Aunque el tema de conversación gira con frecuencia alrededor de los pacientes, el contar las cosas en voz alta ayuda a verlas desde otra perspectiva, generalmente más sencilla y optimista.
En ocasiones, al hablar de un paciente lo hacemos refiriéndonos a su patología. Para los ajenos a la vida hospitalaria puede parecer una despersonalización. Es cierto que el médico tiene que crear una cierta barrera emocional o terminaría por suicidarse de la depresión. Habría que ser de piedra para no sentirse afectado por las tragedias que acontecen en el hospital. Se establecen unos lazos con los pacientes, casi de familiaridad con los que no van del todo bien porque hay que estar más pendiente de ellos, y cuando el desenlace es fatal, se consuela a la familia y se comparte su dolor. Incluso pueden traer a la memoria recuerdos personales. En estos duros momentos, el tener un hombro que haya pasado por ese tipo de trance y entienda la impotencia y la tristeza que conlleva es lo que le hace a uno reponerse y continuar con su trabajo.
Todo lo expuesto crea una identidad entre los compañeros de profesión. ¿Cómo no se va a comprender la preocupación y el esfuerzo del galeno por acertar y hacer que las cosas vayan bien y curar con ello a sus pacientes? Si un médico debe tener empatía con el enfermo ¿cómo no va a sentir lo mismo por un miembro de su gremio?
4 comentarios:
Me ha encantado. Abrazos!
Las circunstancias especiales de la vida crean fuertes lazos entre las personas que las comparten: la "mili", sobre todo si te toca un 23-F de regalo, la formación como residente y las primeras guardias (a las que se añade el miedo de la ignorancia), los casos complejos, las situaciones de catástrofe... Se crea, es muy cierto, un sentimiento de lealtad con aquellos que te comprenden con solo mirarte, y también un cierto grado de complicidad que se traduce en los "¿Te acuerdas de aquel paciente que...?" y en revivir aquel momento, tan duro entonces y tan grato ahora.
Y no olvidemos que, aunque los médicos tengamos la máxima responsabilidad, no somos los únicos: trabajar en equipo con enfermeras, auxiliares, celadores, administrativos, trabajadores sociales y otros muchos profesionales es lo que posibilita que el trabajo final sea el esperado.
Hola Miguel Ángel, está muy bien que menciones a todos los estamentos,pero te puedo asegurar, que a Grumpy no tienes que recordarle que el engranaje sanitario, no funcionaría sin esas ruedas tan "pequeñas" como las limpiadoras, secretarias, celadores, auxiliares, etc, etc. Ella es un ejemplo de trabajo en grupo y en equipo.
Me consta, Anónimo, me consta. El comentario va dirigido a los lectores del blog y no a ella; tanto en quirófano como en Urgencias trabajamos todos muy codo a codo, a menudo físicamente.
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