"School Bus" Joseph Sandora |
"En mi vida, la tita Li se sitúa en un puesto entre hija y hermana, así que puedo hablar de ella con total objetividad, naturalmente. Grumpy ha contado su visión infantil (reconstruida, porque tenía pocos meses) en el Canadá, a la que puedo añadir su salida hacia la escuela en esos madrugones terribles, siempre precedida de calentar en el horno (no había microondas) un pastel de mermelada de arándanos que tenía las calorías suficientes para vencer la nieve más tenaz. Luego se subía en el típico autobús escolar norteamericano (son iguales en los dos países) y se dedicaba a su pasatiempo favorito: que todos sus compañeros cayeran rendidos a sus pies. En esta tarea de rompecorazones empleaba el truco infalible de la enseñanza de idiomas, mucho más atractiva en su contexto multilingüe. Así, consiguió, con tremendo mérito, que toda la clase aprendiera a darse golpes en la cabeza repitiendo "culo, culo". No calculaba que esta lección es la que explicaría por qué los políticos piensan con lo que piensan.
Pero en quien sus atractivos causaron estragos fue en mi hermano pequeño, entonces en el inicio de su adolescencia. Para acabar de rematar la faena no se me ocurrió nada mejor que, un día que íbamos a Canena, decirle, al iniciarse una linde: "estas son las olivas de Li". No me di cuenta de que ese predio no tenía otra nueva linde marcada, así que las posesiones oleofrutícolas se extendían sin fin. Corté como y donde pude; pero el efecto fue fulminante. En la próxima entrevista el muchacho aclaró inmediatamente que su interés era por la persona, que aunque tuviera todas las olivas del mundo, le daba igual. La pobre Li no entendía nada, ignorante como estaba de la posesión de tan colosal fortuna oleícola. Las cosas, me parece que por fortuna, quedaron ahí (y las olivas también, sin tanta fortuna, en este caso).
Lo que no quedó ahí fue la evolución de la interesada. He sido testigo privilegiado del desarrollo de uno de los pocos seres humanos por los que tengo todo el cariño del mundo y una admiración sin límites. Su última aparición pública (y utilizo un sustantivo que se aplica a los ángeles), elegantísima, sencilla y majestuosa, fue sensacional. Es la única vez que, en una boda, he visto a alguien simplemente perfecto.
Muchos besos y muchas felicidades, tita Li. Por muchos años."
Pero en quien sus atractivos causaron estragos fue en mi hermano pequeño, entonces en el inicio de su adolescencia. Para acabar de rematar la faena no se me ocurrió nada mejor que, un día que íbamos a Canena, decirle, al iniciarse una linde: "estas son las olivas de Li". No me di cuenta de que ese predio no tenía otra nueva linde marcada, así que las posesiones oleofrutícolas se extendían sin fin. Corté como y donde pude; pero el efecto fue fulminante. En la próxima entrevista el muchacho aclaró inmediatamente que su interés era por la persona, que aunque tuviera todas las olivas del mundo, le daba igual. La pobre Li no entendía nada, ignorante como estaba de la posesión de tan colosal fortuna oleícola. Las cosas, me parece que por fortuna, quedaron ahí (y las olivas también, sin tanta fortuna, en este caso).
Lo que no quedó ahí fue la evolución de la interesada. He sido testigo privilegiado del desarrollo de uno de los pocos seres humanos por los que tengo todo el cariño del mundo y una admiración sin límites. Su última aparición pública (y utilizo un sustantivo que se aplica a los ángeles), elegantísima, sencilla y majestuosa, fue sensacional. Es la única vez que, en una boda, he visto a alguien simplemente perfecto.
Muchos besos y muchas felicidades, tita Li. Por muchos años."
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