viernes, 14 de diciembre de 2012

La tentación de una manzana

La leyenda dice que en mí se engendró el pecado. Me culpan de la pérdida del paraíso. Yo sólo colgaba de una rama de uno de los árboles del jardín, no sé si se trataba del mismo del Edén. Me sentía feliz. Era joven e inocente. Mi piel tersa, brillaba iluminada por los rayos del sol. Mi tono, de un rojo maduro y oscuro, imitaba al de las llamativas setas que servían de hogar a los alegres duendes que vivían a mi alrededor. Habitaban en aquellas bonitas casas, tan vistosas, frescas y sombreadas, y tan peligrosas que les protegían de cualquier depredador.

De mí sólo mi color era peligroso, aunque eso era algo que sólo yo sabía, o eso me figuraba, hasta que el dulce jugo de las frutas caídas atrajo a algunos gusanos que vivían en túneles excavados en la tierra. Tras probar la deliciosa pulpa no se conformaron sólo con las piezas del suelo. Iniciaron el ascenso. Rodearon las raíces, subieron por el tronco y llegaron a las ramas. Progresaban en fila india, agrupados, semejantes a una irregular serpiente de piel clara y descolorida. Me atenazó la aprensión. Me estremecí ante la idea de que aquellos repugnantes bichos penetrasen en mi carne y me devorasen. Impotente, notaba cómo se acercaban, lenta e inexorablemente. La rama se inclinó ligeramente ante su peso, sólo yo percibí aquel cambio. Temblé ¿o fue una vibración? Antes de que llegaran hasta mi posición, me embargó una extraña sensación de libertad. Una mano me sostenía en su palma y me alejaba de allí. ¡Salvada!

Recorrí el jardín hasta llegar a una cortina de hiedra. Tras la pared de hojas se ocultaba una pequeña puerta de madera. Bajamos por la escalera de piedra que descendía en espiral hasta las entrañas de la tierra. Me encontré en las mazmorras del viejo castillo. ¿Era una prisionera? No era consciente de haber cometido ningún crimen.

La mano blanca que me sujetaba me sumergió en el líquido hirviente de un caldero de hierro. ¡Me abrasaba! Duró sólo un instante. Mi piel se enrojeció irritada. Entre el azúcar de mi interior sentí disolverse el sutil aroma de las almendras amargas. La misma mano me llevó delante de un espejo. Contemplé mi propia imagen con asombro: mi piel era tan brillante y luminosa como un rubí de sangre y mi forma era la de un hermoso y perfecto corazón. Era la reina la que me sostenía entre sus palmas. La hermosa reina a la que vi, con espanto, transformarse en una vieja y horrible bruja. Aquella terrorífica bruja me colocó en el interior de un cesto que cubrió con un paño negro.

No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que el paño se levantó de nuevo. Estaba en el bosque y la luz de la mañana se filtraba entre las hojas de los árboles para iluminar un claro con una cabaña ¡Seguía aterrorizada! Una lindísima joven acercó sus brazos hacia mí y me entregué a ellos. La bruja se alejó. Unos labios rojos como la sangre se acercaron. Sentí su leve presión al apoyarse sobre mí. Mis temores se disiparon y me abandoné a aquel glorioso beso. En su lugar recibí un mordisco traidor. Me desvanecí ante aquel dolor punzante. Caí. Sin sentido, rodé sobre el suelo hasta quedar casi completamente enterrada dentro de un agujero.

Pasos, pasos y más pasos. Gritos, rabia, lucha, llanto. Pesar. Silencio. Un caballo. Un beso. Lágrimas de dicha que riegan la tierra. Me estiro. Se asoman unas yemas, asciende un tronco de oro, se abren unas ramas de plata. Brotan flores, vuelan pétalos que alfombran los caminos y dejan, colgado en el centro mismo de mi frondosa copa, un corazón de rubí.

PUDIN DE TENTADORAS MANZANAS CON IRRESISTIBLE SALSA AL BOURBON
Ingredientes
2 manzanas Reineta o Golden peladas, cortadas en dados y pasadas un par de minutos por el microondas para que se ablanden.
40 gr de pasas maceradas en 60 ml de Bourbon
2 huevos
Media barra de pan en trozos remojados en 300 cc de leche en la que se habrán disuelto 50 gr de azúcar y 1 cucharadita de canela en polvo. Dejar reposar durante unos 30 minutos para que se deshaga.

Elaboración
Batir los huevos y añadirles el pan blando tras el remojo, junto con la leche y el azúcar con la canela. Triturar con el tenedor o batir ligeramente, no importa que se queden algunos trozos.
Sin batir, mezclar las pasas escurridas y los dados cocidos de manzana (con el jugo que hayan podido soltar).
Verter en flaneras individuales y cocer durante unos 20 minutos a 200ºC

Salsa acaramelada al Bourbon:
Calentar 4 cucharadas de azúcar con 1 de nata a fuego medio, sin dejar de remover. Cuando empiece a tomar una consistencia espesa, de caramelo, añadir el Bourbon en el que se habían remojado las pasas. Dejar hervir unos 5 minutos.

Desmoldar los flanes y bañarlos con la salsa.
Servir templado.

PS: Ysabel, del delicioso blog Cinnamon Tales, se animó a hacerlo y en este "enlace" tenéis su paso a paso detallado.

3 comentarios:

Ysabel dijo...

Qué buena receta!!!creo que la voy a hacer para Navidad!!! No tenía muy claro que hacer de postre, pero creo que esta receta el perfecta. Ya te enseñaré alguna fotito!
Y el cuento me ha encantado... ¿lo has escrito tú?
Un beso

jose manuel dijo...

Nunca lo había leído desde esa perspectiva. Lindo, lindo

JUEGO DE SABORES dijo...

La manzana nos ha llevado al placer disfrazada en forma de flan, de pudin o de compota. Un placer al que no estamos dispuestos a renunciar.Bonita entrada para esta deliciosa receta.
Un abrazo.
Blanca de JUEGO DE SABORES