jueves, 21 de noviembre de 2013

El sueño americano

Hermanísima conecta con facilidad con casi cualquiera, no sólo habla sino que también escucha, si el otro es capaz de meter baza. En poco tiempo se gana la confianza y la amistad de los que la conocen, tanto es así que en el hospital me preguntan con frecuencia por ella y por cómo le va en San Antonio. No sólo muestran interés mi compañeros de servicio sino también los pediatras, a los que conoce gracias a la salud de hojalata de sobrinísima y ciclón, los oftalmólogos, por ahí hemos pasado todos, y los anestesistas de la Unidad del dolor, con los que ha intimado durante sus infiltraciones de botox para las migrañas.

Egoístamente no tenía ni chispa de ganas de que hermanísima se marchase. Siempre hemos estado muy unidas, a pesar de nuestros caracteres casi opuestos, y sé que le debo mucho por haber hecho de mí una persona tolerable. Ella estaba muy ilusionada con el proyecto americano, pensaba que era una oportunidad para toda su familia y valoraba las ventajas que aquella estancia le reportaría a sus hijas. Se marcharon en Julio para buscar una casa y encontraron una que les encantaba. Todo parecía ir bien. 

Por desgracia el sueño no tardó en convertirse en una pesadilla. Una película se quedaría corta a la hora de reflejar el horror de la realidad. ¿Quién resistiría 9 horas de agobiante metraje seguidas de otras 9 horas diarias de lunes a viernes, y los miércoles 10, semana tras semana? El argumento: la lucha por sobrevivir a la esclavitud, supuestamente abolida sobre el papel pero no en la vida laboral, la resistencia frente las bandas de adolescentes descerebrados en su camino a la cárcel, la manipulación de la mafia disfrazada de burócratas y sus amenazas larvadas a la familia para forzar a sus víctimas a seguir bajo su dominio. No falta tampoco un tribunal inquisidor encargado de averiguar, a través de la intimidación y del tercer grado, cómo una extranjera ha logrado los mejores resultados con sus alumnos (la respuesta es dejándose la piel). La protagonista se resiente, el soportar lo insoportable le pasa factura: migrañas, agotamiento. Ni siquiera la recomendación escrita de un médico surte efecto, le niegan una reducción, no hay sustituto y debe trabajar hasta morir en el empeño. Para aumentar el realismo nada mejor que intercalar un cursillo de cómo actuar en caso de tiroteo. Si ya los chiquillos se ponen nerviosos en España ante un simulacro de incendio me figuro lo que debe de ser controlar a una manada delante de un arma. No, la verdad es que no me lo figuro y tiemblo al pensar que mi querida hermanísima corra el riesgo de pasar por una situación como esa. 

Todo lo que le prometieron era mentira, las condiciones que le han impuesto no son las que le habían dicho, de palabra. Es el colegio que exige más horas de clase, lo habitual en el resto son 7. No sé si así pretenden educar o machacar a los delincuentes en potencia que son muchos de sus alumnos, imposibles de manejar a última hora. Una vez engañada no se puede hacer nada salvo esperar a que termine el curso para regresar y besar el suelo de su colegio habitual. Los granujas responsables se lanzan la pelota y se lavan las manos. Es la gran pesadilla americana. 

5 comentarios:

comas dijo...

Y a este "sueño" americano es al que Europa le gustaría llegar. Primero nos venden el Whopper y la Coca.Cola y luego sabemos que es veneno puro. Lo siento por ella y por la desilusión que debe sentir. Un besito para las dos.

Manuel Márquez dijo...

Hola, Sol, buenos días; me temo que ese es el reverso mugriento y abollado de esa moneda brillante e impoluta que solemos ver (o que nos hacen ver, o que queremos ver). Lamentable, desde luego. Me consta que le transmitirás a tu hermana todo el ánimo y apoyo necesarios, así que duro con ello y que la singladura se pase sin mayores trastornos (que ya es suficiente con los que relacionas).

Un abrazo y hasta pronto.

Carol dijo...

Yo soy una de esas pediatras. Afortunadamente esto llegara a su fin ... Un beso muy grande compi

el tito Paco dijo...

Querida Grumpy:
La lectura hace horas de tu entrada de hoy me ha hecho recordar algo que os decía de pequeñas y no habéis olvidado casi nunca: "pequeño y grande son conceptos relativos".
No quiero volver a escribir otro comentario en tres partes. Añadiré dos notas y una reflexión: (1) las etapas de Parla y Colmenar no fueron precisamente felices. El problema es de nivel socio-económico, no de país. No es justo comparar Tres Cantos con una zona deprimida de cualquier otro lugar. (2) También existen las cartas (preciosas) de las alumnas para las que hermanísima está suponiendo un cambio radical en sus vidas. Y también hay chicos, pero todavía no escriben, sólo lo dicen. Es cierto que no se debe pagar un precio excesivo por nada.
Mi reflexión es que aquí estamos seis personas preocupadas y pasándolo mal por la situación; pero convencidas de que la vida vale la pena y sólo se es viviente con esperanza. Quizás haya que tragarse cosas o dejarlas para cuando nos reunamos todos y dedicarse ahora a enviar mensajes de cariño, apoyo y tener oídos prestos a lo que hermanísima necesite para desahogarse. Es ella quien lo necesita, no los demás.
Y, como norteamericano, tu mensaje me ha dolido. Espero que no fuera tu intención.

Carmen dijo...

Sé que mi hermana hace esto desde el cariño que me tiene y la verdad es que todo lo que dice es realmente cierto. También es cierto que toda la realidad no es así pero gran parte de ella también me ha decepcionado: ni la organización es buena, ni las cosas funcionan como un reloj y el acceso a la sanidad y su precio son indignantes. El nivel educativo es patético aunque sí que es cierto que las zonas más pudientes tienen medios e instalaciones impensables en nuestros centros públicos.
Por otro lado, las condiciones de trabajo de mis compañeras (todas ellas americanas) y el precio que pagan por unos seguros que no les cubren ni una pequeña baja son cuanto menos abusivos.
Es cierto que muchos niños me quieren (y yo a ellos) y que posiblemente conocerme produzca un cambio en sus vidas pero lo mismo me sucede en España. Gracias a Dios esto se ha mantenido.
La mejor parte de la experiencia es que hemos aprendido a valorar todo lo que no tenemos en nuestro país (la pena es que la situación laboral sea tan precaria) pero por lo demás no tenemos nada que envidiar. Yo me avergonzaría de ser americana (si lo fuera) igual que en algunos momentos me he avergonzado de ser española, de lo que me voy dando cuenta día tras día es de que el patriotismo de muchas personas en este país nace de la ignorancia en la que viven.
Mi familia está aprendiendo muchas cosas y está visitando lugares fantásticos y (aunque el precio que hemos pagado es alto) esta experiencia nos ha unido mucho y nos ha hecho descubrir una parte de nosotros mismos que no conocíamos.
Echo de menos muchas cosas y la verdad es que sé que es un problema añadido el que yo sea tan dependiente de las personas a las que quiero. Mi hermana siempre me ha aconsejado y sólo el hecho de saber que estaba allí me transmitía tranquilidad; lo mismo me pasa con mi madre, mi hermano, mi familia, mis amigos...soy muy dependiente y me alegro de tener a tanta gente a la que quiero y que me quiere. Lo siento mucho por mi padre que es muy, muy independiente pero yo no soy así, soy un ser social al máximo.
Desde aquí mando recuerdos a Carolina (que es un primor) y a todas las enfermeras y médicos de La Paz y Alcorcón que con tanto cariño han cuidado de nosotros.
Un beso muy fuerte para mi gente de España y os aseguro que por muy duro que sea esto, parte de mi corazoncito se quedará aquí con los nuevos amigos y con algunos de mis alumnos ¡Así soy yo!