martes, 5 de noviembre de 2013

Manolo Ariza

Mi visión de Manolo Ariza es infantil, son recuerdos de niña, de la época en la que le veíamos con cierta frecuencia. Llamaba la atención por su delgadez y, sobre todo, por su altura, más de dos metros que hacían que su cabeza chocara con los marcos de las puertas en cuanto se descuidaba un poco. A hermanísima y a mí nos gustaba ponernos a su lado y comprobar que sus piernas eran más largas que cualquiera de nosotras. Aunque fuera amigo de nuestros padres era un amigo distinto, lo incluíamos dentro de nuestros favoritos y formaba parte del reducido grupo de adultos que considerábamos especiales.

Esperábamos con ilusión sus visitas. Siempre tenía detalles, aunque no necesitaba regalos para conquistarnos, derrochaba sonrisa y encanto. Nos prestaba atención sin esforzarse aparentemente en ello, iba más allá de lo que dicta la cortesía con los hijos de los amigos y se entretenía en jugar con nosotras. Procurábamos secuestrarlo en cuanto se acercaba y más de una vez mis padres tuvieron que reclamarlo. Aquel rato se hacía tan corto que nos quedábamos con ganas de más.

Inspiraba confianza, con él no había distancias. Cuando estaba en casa nos costaba retirarnos a nuestra habitación, queríamos quedarnos con los mayores para enterarnos de lo que contara. Manolo era divertido sin intentar ser gracioso, cariñoso sin pegajo, tan simpático que le caía bien a todo el mundo y bueno como un pedazo de pan. Además era caballeroso y sabía estar. Un personaje gigante que dejó huella.

1 comentario:

Señora dijo...

Los niños son capaces de captar de modo casi intuitivo los rasgos que mejor caracterizan a las personas y en este caso tu entrada en el blog indica que es así. Esa alteración de la rutina, de las horas de irse a la cama, de cenar entre chiste y broma, se convertía en una práctica habitual con la presencia de Manolo. Él lo pasaba en grande con vosotras y hasta que la distancia se impuso por razones de trabajo, se prodigó por casa para disfrute de todos. Es muy significativo que ese recuerdo que dejó en vosotras, tan pequeñas, perdure con esa fidelidad después de tantos años.