El impulso de escribir puede ser fruto de la inspiración pero también se siente en su ausencia y, sin ella, garabatear algo con sentido, es casi imposible. Sin embargo el caso es garabatearlo. Con frecuencia esto me hace cuestionarme mi salud mental, y supongo que no soy la única en ponerla en duda. En esas y en otras ocasiones escribo para mí, sin compasión por los lectores cuyo interés por mis extraños procesos mentales es, lógicamente, nulo (y si existe está motivado por cariño hacia la autora, lo que se agradece). A veces aprovecho para poner en orden mis ideas, y compruebo que la mayoría no tienen ni pies ni cabeza, o simplemente me dedico a jugar y divertirme con alguna tontería. Divago, me gusta hilar palabras entre sí, combinar sus sonidos, buscar su armonía o intentar transformarlas en imágenes. También puede ocurrir que se me haya ocurrido algo bonito y que me apetezca descubrir hasta donde me lleva, porque hay historias que crecen al empezar a escribirlas y, cuando esto sucede, es como vivir dentro de un sueño. Me sumerjo en ese océano revuelto y busco mi historia entre sus corrientes, me arrastro a la deriva, sin saber si seré capaz de encontrarla y de seguirla sin perderla de nuevo. Escribir algo romántico, poético o un tanto fantasioso me ilusiona, me hace sentirme mejor, y eso me engancha aún más.
No escribo sólo para mí, sino que además hay muchos escritos con destinatario, mi "blogrespondencia". Son mensajes, recuerdos compartidos, momentos de nostalgia, felicitaciones que espero contribuyan a hacer más especial un día señalado, crónicas, noticias o curiosidades. Hay historias inspiradas por personas concretas o por determinadas circunstancias que, en algunos casos, sólo pretenden levantar el ánimo a aquel al que van dirigidas. Hay momentos en los que el optimismo estalla, la alegría rebosa y desea ser transmitida al resto del mundo, sin más demora. Al escribirlos se liberan para que se expandan en la atmósfera igual que una traca de fuegos artificiales. De ese modo no sólo se comparten, sino que se graban, se guardan, se fijan en el texto y es posible revivirlos una y otra vez con cada lectura.
3 comentarios:
Hola, Sol, buenos días; el insano veneno, vaya que sí. En mi caso, no llega a tanto, al menos en este momento; tiempos ha habido en que he llegado a sentir algo bastante parecido a ese impulso frenético y continuo que tan magníficamente dibujas con tus palabras (¿con qué, si no...?). En cualquier caso, lo haces con gusto, entusiasmo y armonía,y eso te garantiza el disfrute de los lectores. Así que ya sabes, que dure...
Un abrazo y hasta pronto.
Sabes que estamos un grupo de incondicionales a los que nos proporcionas un buen ratito todos los días, cosa muy de agradecer en estos tiempos. De modo que esa es otra razón, añadida a las tuyas propias, para que sigas dando rienda suelta a tus afanes comunicativos.
Quiero muchos de esos "momentos" que..."al escribirlos se liberan para que no se expandan en la atmósfera igual que una traca de fuegos artificiales...". Gracias Sol por tus "momentos"
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