lunes, 3 de febrero de 2014

El poder del cariño por Hermanísima

El post de hoy es precioso y me lo ha enviado hermanísima, por lo que tiene un gran valor para mí. Doy fe de que su modo de ser obra milagros. 

Siempre se me ha acusado de involucrarme totalmente en mi trabajo, involucrarme de forma que a veces afecta mi salud pero la verdad es que es una pena pero mi gran limitación es que no sé hacerlo de otra manera. No aprendo, en vez de clases tengo sectas y mis alumnos son como hijos: yo puedo decir lo que quiera de ellos pero que nadie me los toque que me pongo loca.

Me resulta casi imposible no querer a mis chicos, es cierto que quiero a unos más que a otros o de distinta manera y también es cierto que en algunos momentos me creo capaz de cambiar el mundo aunque, cuando aterrizo en la realidad de mi casa, reconozco que sólo influiré en él durante un brevísimo periodo de tiempo y que muchos de mis alumnos no recordarán mi nombre en unos años, pero la verdad es que me da igual. Lo que quiero es el aquí y el ahora. Los niños no piensan en el futuro, necesitan a alguien que les haga el presente más llevadero, menos duro.

El primer mes en el que aterricé en EEUU y en el instituto en el que estoy ahora, no pensé que lo pudiera soportar; me encontré con niños realmente malos, producto de unas condiciones muy duras y de un sistema que suelta la pasta y se lava las manos como Pilatos. Hijos de familias desectructuradas, con pésimos ejemplos de vida, falta de cariño, abusos, falta de alimento y lo que es peor: la falta de alguien que se preocupe por ellos, que les tienda la mano.

A las 7:20 de la mañana llego a Legacy todos los días. Cristiana (una negra de 12 años, 1.70, hermano asesinado de un tiro en la cabeza, padre desaparecido, madre embarazada otra vez...) está esperándome en la puerta de mi clase como todos los días. Con su acento sureño de clase baja me pregunta:
-¿Dónde estuvo ayer Mis?
- Tenía un curso cariño ¿Qué tal te portaste?
- Mal (siempre que falto se porta mal). La sustituta era malísima Mis (y siempre dice lo mismo) ¿Me da un abrazo Mis?
- Pues claro, son gratis y me encanta darte abrazos, eres tan grande que me siento protegida.
- Ya sabe que soy su guardaespaldas Mis, como algún niño la moleste lo mato.

Esta conversación igual suena a ciencia ficción pero se repite casi a diario. Cristiana entra en mi clase, me pregunta si necesito ayuda, se sienta o se pone a pasear, a veces me cuenta cosas que preferiría no saber porque son tan horribles que no entran en mi esquema vital. Van entrando otros alumnos que vienen a saludarme y a preguntarme si necesito un abrazo. Siempre les digo que sí. Ellos lo necesitan pero a mí también me viene bien. Vienen chicos y chicas, me dan un abrazo y se van. Otros me preguntan si les puedo dar un beso de España (aquí no dan besos así les paguen), también quieren saber lo qué vamos a hacer, si vamos a ver un vídeo, si hay experimento, si el profesor Geovani (mi compañero de centroamérica) va a estar con nosotros, si voy a sentarles en grupo, si hay juego y un largo etc.

Al principio nadie venía a mi clase, era la rara, siempre estaba sola. Ahora he comprendido que los niños no creían en mi, yo era todo lo que el sistema ha matado: cariñosa, diferente, confiada, loca, creativa, les hacía muchas preguntas y no me sentaba, ponía vídeos y mis notas solían ser buenas. Creo que esperaban alguna trampa. Cuando fue llegando Navidad empecé a notar el cambio ¿os acordáis de esos perrillos maltratados que se acercan poco a poco a comer a la mano del nuevo dueño que los acoge? Pues así me he ido sintiendo.

Esto no quiere decir que no haya días malos, las condiciones son muy duras, hay muchos niños en cada clase y los niños están nueve horas en el instituto sin un solo recreo. El entorno es hostil y aquí la colaboración de familia y sociedad es nula. No hay servicios sociales, ni orientador, ni psicólogo ni nada de nada. Hay policía y una sala de castigos acolchada y otra sin acolchar. Yo prefiero seguir siendo bastante panoli y achuchar a mis alumnos lo que pueda, ya he visto que los otros métodos son más ineficaces que los míos porque los que van a la sala de castigo vuelven en menos de una semana y las consecuencias seguro que son peores que las de un abrazo.

Por cierto, todas mis clases han vuelto a tener por segunda vez las notas más altas del distrito ¡Es el poder del cariño!

7 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Hola, Sol y Hermanísima, buenos días; un testimonio hermoso e ilusionante. Mucho ánimo y a persistir en el empeño, que no debe ser sencillo; y no, no cambiará el mundo, pero sí el trocito de él que te ha tocado trastear. Eso ya es mucho, vaya que sí...

Un abrazo y buena semana.

el tito Paco dijo...

En muchos más casos de lo que parece la presencia de hermanísima en esa escuela supondrá un cambio en las vidas de esos adolescentes.
Aprecio y agradezco muchísimo ese esfuerzo y me duele la incompetencia de los servicios educativos que se pagan con los impuestos de los trabajadores.
Esta durísima experiencia me está haciendo conocer mucho que ignoraba sobre realidades de San Antonio no fáciles de percibir desde el cómodo puesto universitario. Y no me refiero a la vida en los niveles sociales desfavorecidos (sería mejor descuidados). Me refiero sobre todo a cómo puede haber toda una estructura educativa para la cual seres humanos en formación son números que justifican los sueldos de los administradores, nada más.
Se me dirá (y yo me lo digo muchas veces) que la ignorancia de los padres y la desestructuración de las familias es la que ocasiona ese desbarajuste; pero es que hay responsabilidades sociales detrás de esa ignorancia y ese desbarajuste.
En lugar de sustituir un orden injusto por otro más justo, llevamos dos generaciones sustituyéndolo por un "alegre" caos, en el que todo vale y todo da lo mismo. Es el viejo tango "Cambalache", que está retratando mejor el siglo XXI que el XX, si no es que, con mi frase favorita de Il Gattopardo: que todo cambie para que todo siga igual.

Yo misma dijo...

Un relato y expereiencia preciosos. Conforta comprobar que hay personas con verdadera vocación en un sector tan importante para construir el futuro como la enseñanza. Besos a las dos

Carmen dijo...

Es difícil que las cosas cambien a no ser que pase algo grave y se destape la incompetencia de las autoridades del distrito. Lo que más pena me da es que los niños se levantan todos los días y se ponen la mano en el corazón mientras recitan el "pledge" que termina así: "...una nación, bajo el amparo de Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos." Los niños me han preguntado esta misma mañana que por qué nunca lo recito y les he dicho lo que tenía que haberme callado (como siempre): "No lo recito porque no soy ciudadana americana y porque no me lo creo, pero como veis me pongo de pie por respeto."
La verdad es que todo San Antonio no es mi distrito escolar y todo EEUU no es Texas. También hay que dejar eso claro.

José Miguel Díaz dijo...

Es una entrada genial, a los del gremio nos has subido la moral.
Hoy, leyendo tus vivencias, he sentido la misma emoción que experimenté al ver pelis como Rebelión en las aulas o Mentes peligrosas. Me encantan las historias en las que el "profe" termina ganándose a los chicos y marcando la diferencia.
Desde el otro lado del charco y con profunda admiración.
Tu primo
Muchos besos

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu testimonio, primi; los que te conocemos sabemos de tu entrega y dedicación, y si alguien es capaz de influir positivamente en la vida de un alumno, eres tu. No tienen más remedio que absorber esa positividad que irradias y el cariño que repartes...Un beso muy grande.
Sole

Manolo Torres dijo...

Realmente una labor muy meritoria encomiable, la de "hermanísima". Todo un ejemplo de por donde deben ir muchos de los caminos de la educación. Gracias por compartir estas experiencias, le hacen a uno creer que el mundo es mejor de lo que parece. Saludos, Manolo.