martes, 4 de febrero de 2014

El sentido del tacto

Nada sustituye al contacto, se rompen barreras al tocar a alguien. No me refiero a los besos de compromiso de un saludo, ni a la cortesía de un apretón de manos, sino la acción espontánea y voluntaria de estirar los dedos hasta apoyarlos en otro y dejarlos reposar allí un momento, por breve que sea.

Es un gesto de intimidad, de confianza y que tiene algo de entrega. Como todo primer paso asocia algo de timidez, de miedo al rechazo, aunque no vaya más allá que un leve roce sobre la piel o el sujetar un poco más la mano. Basta cualquier señal que transmita un mensaje de cariño. Tras sentir el impulso es necesario llevarlo a cabo. Puede que se quede en el intento, que no supere ese primer instante de incomodidad y jamás prospere. Sin embargo, si se acepta, si se devuelve, la relación entre los implicados cambia, se vuelve más personal y más profunda.

Gracias al tacto hablamos sin palabras, las emociones afloran a la piel y se ofrecen a través de ella. Nada consuela tanto como un abrazo, nada transmite la misma sensación de protección. Tampoco hay nada comparable al roce de los labios de un primer beso enamorado. Será efímero mas su impresión jamás se olvida.

1 comentario:

amigademadre dijo...

Una sensible e inteligente reflexion sobre el tacto.
Para tacto el que tienes tu con tus pacientes como he podido comprobar esta mañana.
Mil gracias por todo. me ha encantado verte señora del blog. He comprobado que no eres una Bruja.