martes, 31 de enero de 2012

¡Felicidades tita Carmen!


El año pasado la tita Carmen cumplió 80 años. Una de sus sobrinas propuso realizar una pequeña reunión, bastante íntima en su concepción inicial, para celebrarlo. Aquello se transformó en una Fiesta Sorpresa en toda regla. Corrió la voz entre la familia y, dado el poder de convocatoria de la tita, finalmente hubo que ampliar la reserva para casi 40. No es que nadie hubiese lanzado invitaciones para el evento, sino que todo el mundo dijo "pues yo también voy" y allí se presentó el que quiso. Eso mismo hice yo. Llamé a mi madre y le dije que allí estaríamos tanto el Dr. House como yo (junto con el busca, compañero habitual de fatigas en estas cosas improvisadas, pero que se portó muy bien, ni una sola vez me llamaron, así que no me puedo quejar). Ni siquiera le pregunté a mi complaciente maridito si se venía, sino que conté con él directamente. Total, ya que me había saltado el protocolo de invitación, también me salté el de consultarle, claro que contaba con la ventaja de saber, o al menos imaginar, de antemano, que le apetecería venir.

Sus sobrinas, que eran las que se habían encargado de reservar (y que en principio iban a ser sólo ellas junto con las gemelas), se pasaron los últimos días avisando al restaurante casi continuamente para aumentar progresivamente el número, tanto de comensales como de raciones, no nos fuésemos a quedar con hambre, algo impensable en esta familia. Posiblemente Carpanta tenga algún parentesco con nosotros, nunca se hizo referencia a sus apellidos, pero seguro que alguno coincide. Finalmente, el número de apuntados al evento, acabó siendo de más de 30 y, menos mal que todos muy bien avenidos, porque estuvimos lo que se dice en "amor y compaña" en la mesa. Además nos vimos obligados a cuidar los buenos modales y comimos sin separar, en ningún momento, los codos del cuerpo (esta postura era forzosa para evitar clavárselo al vecino). En mi caso lo agradecí enormemente, ya que a mi derecha tenía al Dr. House, y a la izda al tito más expansivo, tanto por tamaño como por personalidad.

Comprobé al sentarme qué tal era la salida por debajo de la mesa (amplia y cómoda), ya que a mi espalda estaba la pared, y ni siquiera Choce habría sido capaz de colarse por el espacio virtual que separaba el respaldo de la silla de esta. Tanto era así que, el tito, al moverse, desplazaba la mesa entera (enfrente tenía a mis sobrinas, que más de una vez acabó sobrinísima con el plato más cerca de la barbilla de lo que había previsto), pero con la buena voluntad reinante, bastaba un pequeño reajuste de posiciones para dejarlo todo de nuevo en orden.

Quedamos a las 21h y a partir de ahí empezó a desfilar todo el mundo. En este caso casi se agradecía la llegada escalonada. A lo largo de más de media hora no paramos de dar besos (a más de uno varias veces ya que resultaba complicado llevar la cuenta), y de preguntar fugazmente a todo el mundo por sus novedades. Como todos hablábamos a la vez de lo mismo, era difícil entender lo que te contaban, porque con varias conversaciones a volumen familiar alrededor, no había quien se enterase de ninguna. Eso sí, el ambiente era de lo más cálido (a pesar de los 3 grados de la calle), e incluso caluroso, que el Dr. House miraba con ojos golositos a los que salían a fumar, no ya sólo por el mono del tabaco, sino también por lo de tomar el fresco.

Una vez estuvimos todos y todo, tan sólo quedaba cómo conseguir engañar a la tita Mercedes de Madrid y a la tita Carmen para sacarlas de su caliente y acogedor hogar un 31 de Enero a las 10 de la noche. Para esa tarea desplegó todo su encanto la Cucucá, sin duda la más persuasiva de la familia, sólo ella es capaz de vender arena al mismísimo desierto. Ya cerca de las 22h nos asentamos lo suficiente como para que su hermana la avisase para traer a las titas (más engañadas que a un chino). Las arrastró, a medio regañadientes, hasta el lugar donde nos habíamos reunido para darle la sorpresa. De hecho, hasta que vieron el panorama, las pobres pensaban que su chófer sufría de amnesia transitoria y se estaba equivocando en el camino a casa. Cuando entraron todos gritamos: ¡Tita Carmen, tita Carmen! a pleno pulmón y, a continuación, cantamos el ¡Cumpleaños feliz! a un volumen adecuado, no ya para duros de oído (que algo de eso padece la tita), sino también para los sordos ingresados en el 12 de Octubre. ¿Quién necesita fuegos artificiales y tracas con los pulmones de esta familia? Oírnos debía de oírnos, pero la pobre no podía creerse lo que veía. Primero se quedó algo pálida pero, en cuanto se le pasó el susto inicial, disfrutó como los indios y estaba radiante, al igual que la tita Mercedes de Madrid.

Por supuesto, la comida no le llegaba ni a la suela del zapato a la que preparan ellas normalmente, pero el plan era precisamente ahorrarle el preparar los varios cientos de albóndigas, los litros de arroz con leche y las "poquitas" alcachofillas, pollo en salsa, espinacas y similares con las que se pasan 2 días sin salir de la cocina hasta bien pasada la medianoche, cuando desean agasajar a alguien. Pero aunque no fuese lo mismo, dimos buena cuenta de ella. Cuando ya no podíamos más, trajeron las 3 tartas con las velas para que las soplase, y nos tomamos también un trozo, que ¿cuándo se ha visto un final de cumpleaños sin su pastel?

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES TITA!

3 comentarios:

Sole dijo...

¡Muchas felicidades, tita!
Que buena entrada...esas comidas me recuerdan a todas esas comidas que se celebraban en la granja por san Andrés, o por los muchos cumpleaños que allí se celebraban...
Feliz cumpleaños y un beso muy grande.

José Miguel Díaz dijo...

Luego el malvado de Kiko me da envidia diciendo: "hoy las abuelas me han preparado tortillas de patatas y albondigas y me lo he tenido que comer todo"...ains¡ cuanto tiempo sin probar esa carne con tomate.
Muchísimas felicidades Tita Carmen y que te felicitemos muchos años más.

Maria José dijo...

Muchas felicidades, tita Carmen!!!!!
Que buenos recuerdos tengo de ti y de la tita Mercedes de Madrid. Lástima que llevemos tanto tiempo sin vernos.
Ojalá eso cambie muy pronto.
Muchos besos, y que cumplas muchos más.