jueves, 2 de febrero de 2012

Despilfarros

Decir que la Sanidad está en crisis no es ninguna primicia. Como el resto de los funcionarios, los médicos nos vemos obligados a apretarnos el cinturón para mantener un sistema sanitario del Estado de Bienestar con atención gratuita a todo el mundo. Este concepto incluye al Mundo en su totalidad, independientemente de su nacionalidad y su lugar de residencia habitual. Pasamos de un estado de bienestar a uno de beneficencia, pero no sólo para ciudadanos de países pobres y necesitados, sino que también se cubren los deficits de los seguros estatales de territorios europeos cuyos enfermos emigran, no sólo a nuestro sol, sino también a nuestros hospitales. Las prótesis "made in Spain" gozan de fama universal.

Las medidas anticrisis incluyen un aumento del horario laboral con una reducción del sueldo, que se supone iba a sufrir un incremento lento y progresivo tras las últimas negociaciones con las altas esferas para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los médicos durante las últimas décadas. Esto ocurrió hace años y ha sido relegado al limbo de las promesas políticas. El problema surge cuando se ve cómo, desde los organismos estatales, se despilfarra el dinero. Antes que reponer el instrumental quirúrgico estropeado (que un día, no muy lejano, vamos a tener que usar los dientes para cortar los hilos de sutura), prefieren poner máquinas expendedoras de pijamas. Para obtener una de esas prendas de alta costura es preciso utilizar la tarjeta de empleado. Una vez hacen entrega del precioso paquete, no conceden otro hasta el día siguiente, por supuesto previa devolución del anterior. Más vale no mancharse con sangre o fluidos corporales de los pacientes durante las cirugías, so pena de tener que permanecer con los restos pegados en la ropa durante las 24 horas de una guardia. Eso, y tener suerte para que, la maquinita en cuestión, disponga de la talla adecuada del pijama, que enfundarse en uno en el que se cabe dos veces es casi igual de incómodo que cuando más que vestirse hay que embutirse en él (lo que ocurre cuando un cirujano XXL se encuentra con una talla S en la mano). Al menos unos pegotes de esparadrapo sujetan el pijama en su lugar cuando es demasiado amplio.

La vocación suple muchas cosas aunque el descontento de los pacientes por las listas de espera sea difícil de lidiar en el día a día. Las listas de citaciones están, no ya llenas sino saturadas, con los huecos duplicados para poder revisar la oncología cuando se debe y no cuando se puede. Se atienden pacientes imprevistos, sin cita o colándoles en días dedicados a otro tipo de asistencia diferente a la actividad de consulta. Aunque se carezca de espacio físico para la visita, el problema se subsana con la cooperación del resto de los afectados, y unas buenas cortinas. ¡Viva la intimidad y la ley de protección de datos!

Por supuesto se construyen nuevos centros sin tener en cuenta la estructura de los ya existentes, pensada en su origen con la idea en la cabeza de su necesidad de expansión. Claro que esto no tiene el mismo tirón electoral que el vender la finalización del proyecto de un nuevo hospital (aunque el precio lo haya pagado el incauto votante). Desde hace dos años no se paga a los laboratorios farmacéuticos, claro que el aumento del número de farmacias hospitalarias redunda en su beneficio, aunque sea de su deuda.

Eso por no hablar de todo el sinsentido con que llevan a cabo el concepto de "hospital sin papeles". Se imprimen y se plastifican octavillas con las preguntas del checklist, sobre el que aún no se han puesto de acuerdo en cómo hay que llevar a cabo. Debe de ser que, en previsión a los recortes en la conexión a Internet en los ordenadores de quirófano, si la informática no funciona siempre se tiene la "chuleta" a mano. Igualmente se han sustituido los clásicos sobres en los que meter el informe de alta por unas carpetas de cartón (supongo que debe de ser reciclado y la ecología justifica el cambio) con todo tipo de notas y encuestas para el paciente. No sé si la idea es despistar de esa manera la inclusión de la factura informativa con los gastos derivados por su ingreso. Me pregunto si van a incluir también el precio de la carpeta en esa información.


Supongo, y no soy la única, que la idea del gobierno es cabrear a los trabajadores hasta llevarles a tomar medidas con las que se "vean forzados" a instaurar el famoso copago. Pero entonces la culpa será achacable, como siempre, a los poco colaboradores sanitarios.

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