El Risol es la bebida con la que se hacía la sobremesa en la granja, generalmente junto con un trozo de fino y crujiente pastelón, de hojaldre recién hecho.
Se sirve en copas poco más grandes que un dedal y se bebe a pequeños sorbos, paladeando cada gota. Me acuerdo de acompañar a mi madre a comprar el anís Machaquito, seco y fuerte, para su preparación. Luego mi abuela ponía en unos barreños la mezcla y la dejaba reposar a oscuras, en la despensa, mientras las hierbas maceraban en el alcohol y lo aromatizaban. La cantidad de cada ingrediente puede ajustarse según los gustos personales de cada uno. El resultado es un licor anisado, dulce y suave, de color caramelo, muy aromático, con un sabor equilibrado que combina a la perfección tanto con el pastelón, como con los mantecados, las rosquillas y, por supuesto, los pericones. Lo mejor es que prolonga la tertulia de la sobremesa hasta las 5, las 6 o las 7 de la tarde, lo que permite disfrutar de la compañía, además de dar tiempo a hacer hueco para probar todos los dulces caseros. Aunque mi abuela ya no se encargue de elaborarla, la tradición sigue y son las hermanas Li, la tita Cati y la tita Carmen las encargadas de su producción para uso, deleite (y flagrante robo de botellas en cada visita) del resto de la familia. Pese a la minidosis, los tres litros duran un suspiro, especialmente tras el paso de los saqueadores.
RISOL
Ingredientes
1 botella de anís seco (el mejor es el Machaquito, si no se encuentra también va bien el de Chinchón seco, el que lleva el tapón con una raya verde).
2 litros de agua
Unos granos de café (medio puñado)
1 manzana pelada partida en trozos grandes
1 plátano pelado en trozos
Medio kg de azúcar
Ralladura de chocolate negro
Un puñado bien hermoso de hierbaluisa
Un puñado más pequeño de hierbanieta (calaminta)
Otro puñado pequeño de toronjil (melisa)
Entre las hierbas opcionales, según gustos, en muy poca cantidad: manzanilla (que mi abuela sí usaba) y mejorana (orégano).
Elaboración
Poner todos los ingredientes en una olla grande.
Resguardar de la luz (mi abuela la guardaba en la despensa).
Dejar macerar durante 3 días.
Colar y embotellar.
Servir frío, con pastelería artesana, a ser posible.
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