Vidriera de St. Margaret |
Al otro extremo de la Milla Real se alza el Palacio de Holyrood (con la antigua abadía de Holy Rood, fundada por David I, en ruinas desde el S. XVIII). Durante el S. XV la residencia asociada a la abadía se transformó en residencia Real en detrimento del Castillo, y tras la Reforma escocesa y la ruptura con el Papa en el S. XVI, adquirió el estatus de Palacio. Desde el Palacio de Holyrood hacia el Castillo huyó una embarazada María Estuardo en busca de refugio y protección ante sus enemigos y fue en este último donde dio a luz al que sería el futuro rey de Escocia e Inglaterra a partir de 1603 (Jacobo VI para los escoceses y I para los ingleses), tras la muerte de Isabel I de Inglaterra, la Reina Virgen.
El camino de unión entre el Castillo y el Palacio se asienta sobre la columna vertebral de la roca y es conocido como la Milla Real, al ser esta la distancia aproximada que separa ambas edificaciones. Muy cercana al Castillo se encuentra la Catedral de St. Gilles, actualmente perteneciente a la fe de la Iglesia de Escocia, cuya construcción data del S. XIV. A lo largo del S. XVI, para promover el asentamiento de la población en la zona se regalaron terrenos a los comerciantes con la condición de que, en el plazo de un año, se construyesen en él una vivienda. Esta medida gozó de gran éxito y surgieron pequeñas callejuelas transversales que se cortaban con la Milla Real, dispuestas en una distribución similar a la de las espinas en una raspa de pescado. Inicialmente los edificios se construyeron con la fachada hacia al calle, donde también se colocaba el mercado general, por lo que se convirtió enseguida en un lugar sucio y muy ruidoso. Los comerciantes más ricos huyeron de la mugre y del jaleo y escogieron para sus casas los patios interiores, a los que se accedía a través de pequeños callejones (conocidos como Close). Posteriormente se reservó el Lawnmarket de la Milla exclusivamente para los limpios y elegantes tenderetes de tejidos, mientras que los sangrientos puestos que exhibían los despieces de los carniceros fueron desplazados al más recóndito Grassmarket. El rápido crecimiento de la población y la escasez de terreno sobre la roca se resolvió aumentando la altura de las edificaciones que, gracias a eso, llegaron a alcanzar hasta 13 y 14 pisos, por supuesto sin ascensor. Eran las casas más altas de la época por lo que, en cierto modo, se consideran precursoras de los rascacielos. Actualmente quedan pocas en pie, dado que en 1824 un gran incendio destruyó la mayoría de ellas.
En la segunda mitad del S. XVIII, ante la acuciante falta de suelo, se emprendió la construcción de la Ciudad Nueva. Los nuevos edificios son de estilo Georgiano (George III era el rey en esa época) y las calles se trazaron con un criterio considerado racional, según le correspondía al Siglo de las Luces en el que el auge de la cultura, el pensamiento y la razón pretendían disipar las tinieblas de la ignorancia en la humanidad. Las avenidas más anchas, paralelas entre sí, tomaron su nombre de los monarcas: George St, Princes St (por sus dos hijos) y Queen St. George St comienza en Charlotte Square, plaza en la que tiene su residencia el primer ministro de Escocia y termina en otra plaza, la de St. Andrew. Siguiendo el dibujo de una cuadrícula cartesiana, las amplias calles principales son atravesadas perpendicularmente por calles más cortas y algo más estrechas. La tierra sobrante de la construcción de la Ciudad Nueva se acumuló a la entrada de la Vieja y formó The Mound (el Montículo), donde se asienta la National Gallery. La gran cantidad de construcciones Neoclásicas, junto con el gran empuje de la Ilustración en la ciudad en la que residían importantes figuras culturales y notables personajes, impulsores de la Revolución industrial, entre los que destacarían: James Watt, inventor de la máquina de vapor, David Hume, filósofo, Robert Adam, arquitecto, Adam Smith, economista, Sir Walter Scott, escritor y creador del romance histórico, Robert Burns, considerado el mayor poeta escocés, le valió a Edimburgo el apodo de la Atenas del Norte.
Sheena Phillips: ‘Edinburgh Castle’Sheena Phillips: ‘Edinburgh Castle’"Edinburg Castle" Sheena Philips |
2 comentarios:
Me encanta la historia.Siempre me ha gustado y, aunque sea de ciencias, he leído bastante y disfruto con las numerosas anécdotas que nos deja la historia. Conocer el origen de una ciudad, el porqué de sus trazado me hace imaginarme a la gente que vivía en esa época y eso me encanta. Edimburgo es una ciudad que no conozco, aunque cada vez tengo más ganas de conocer. Sole
Totalmente de acuerdo.Siempre he pensado que las mujeres tenemos la capacidad de reconducir el futuro de la historia empezando por nuestras familias.Sólo hay que ver el buen trabajo de las hermanas Li.
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