Hace poco los telediarios se hacían eco de una noticia que suponía un gran logro en cuestiones de integración social: una afectada de Sd. de Down había obtenido el puesto de concejala. Ya se sabe que para ser político en España no se precisan grandes dotes intelectuales y de hecho han pasado por los ministerios algunos necios que daban mucho más juego como material de chistes populares que como representantes del pueblo. ¿Tan poco se valora la clase política que considera que un CI de 70 basta para ejercer un puesto equiparable al suyo en la Administración? No me quiero ni imaginar si algo así sucediese en Medicina. ¿Cuántos pacientes desearían ser atendidos por un médico con Sd. de Down? ¿Cuántos permitirían que les operase? Sin embargo las cuestiones municipales de todos los habitantes de una localidad sí que pueden dejarse en sus manos.
Los afectados por el Sd. de Down son personas confiadas, cariñosas y carentes de malicia. Justo los candidatos ideales para meterse en el mundo de tiburones que entraña la política. Su carácter dulce e inocente les convierte en presa fácil de manipuladores e hipócritas, porque si el sujeto en cuestión se gana su aprecio, sus víctimas nunca sospecharán que están siendo engañadas y utilizadas.
Primar las discapacidades y el sexo sobre los méritos no se me antoja una gran idea. Sí que entendería que, a igualdad de méritos, se potencie la contratación de mujeres, con el fin de conciliar la vida laboral y familiar, o de aquellos que tengan alguna minusvalía, que bastante trabas se encuentran en su día a día. Sin embargo, si un aspirante es claramente superior a otro para cubrir un puesto de trabajo, el empresario no demuestra muchas luces si escoge al segundo para así mantener el porcentaje de hombres y mujeres que indica el convenio laboral o por la mera obligación de tener un puesto de discapacitado.
Personalmente me preocupa más el futuro de un sistema que pinta bastante negro que los porcentajes de trabajadores con uno u otro rasgo. Si ni siquiera es preciso un título universitario para ser ministro, o un curriculum que garantice cierto nivel cultural y hábito de trabajo ¿cómo se pretende que piensen y que sus ideas funcionen? Las reformas deberían empezar desde la misma Administración de Estado, Autonomías y Ayuntamientos. Habría que organizarlo de manera que se eliminen pasos superfluos que encarecen y enredan la burocracia. Si se persigue una política de igualdad deberían equipararse los sueldos, el de los políticos con el de los funcionarios de su mismo nivel (a lo mejor así se prevenía que estos últimos fuesen más míseros cada vez). De ese modo se evitaría tener que aplicar recortes en los puestos ganados por concurso y méritos demostrados. Democracia es gobierno del pueblo, ¿por qué no entran los gobernantes en el mismo saco que el resto del "pueblo"? Si no es ni su incapacidad ni su sexo ¿qué los hace diferentes?
1 comentario:
tbn me gusta!!!
Publicar un comentario