viernes, 30 de agosto de 2013

Tutorial de recetas médicas

Se supone que en Medicina primero hay que ocuparse de las personas y luego del papeleo. Por desgracia los burócratas trabajan con otra idea en la cabeza, idea que esencialmente consiste en complicarle la vida al médico a base de papeleo. Encerrados en sus despachos se imaginan una prueba tras otra, buscan el más difícil todavía, como en el circo. ¿Hasta qué nivel del reto superará el galeno? Si no lo consigue, perderá vidas (literalmente).

Desde sus consolas se programa la partida. Se reduce plantilla y, no obstante, se espera que los números mejoren. Se quita un quirófano para ofertárselo a los servicios que van peor y se pretende que los perjudicados mantengan sus buenas estadísticas. Se duplican pacientes, aunque el pobre doctor no pueda ni detener el tiempo, ni dividirse para atender a ambos al mismo tiempo. En las cirugías, además de ocuparse del enfermo, y por supuesto operarle, hay que rellenar check-list, protocolos e informes y, para ello, debe compartirse un ordenador anticuado al que le suele dar por colgarse por exceso de trabajo y mala calidad de red. El sistema general se bloquea una vez a la semana, los viernes, para pasar el antivirus, lo que obliga a reiniciar la máquina varias veces a lo largo de la mañana mientras se mantiene una lucha encarnizada con el programa de consulta. Sin embargo la última faena, recién inaugurada, se lleva la palma. ¿Cuál es esa misión imposible de la burocracia? La respuesta no es otra que la aparentemente inocente receta electrónica.

Resumen de la partida (los médicos no jugamos sino que somos los títeres de colores que van de una pantalla a otra):
Paciente duplicado. Tiempo límite para evitar acumular retraso: 7 minutos. Objetivo: diagnóstico y tratamiento.
- Se refresca la página de citas para comprobar si el cliente ha cogido el boleto en la máquina expendedora que indica que ha llegado al hospital. Si aparece el símbolo que así lo indica se le avisa por la pantalla (aquí hay que cruzar los dedos para que el individuo sea de los que encuentra a la primera la sala de espera).
- Recibimiento, saludo e interrogatorio sobre su problema (mejor ir al grano que el cronómetro corre).
- Paso al sillón de exploración para tratar de llegar a un diagnóstico, o al menos orientarlo.
- Dar las explicaciones pertinentes, claras y concisas, dentro de lo posible. Conviene hablar y aprovechar las manos para solicitar las pruebas que se consideren necesarias, escribir el informe y detallar el tratamiento.
- Hacer las recetas. Antes era un procedimiento muy simple: consistía en sellar una del talonario, firmar y rellenar. Ahora la cosa es muy diferente. Estos son los sencillos pasos a seguir, para que os hagáis una idea de la felicidad que nos embarga al prescribir (cada punto supone un click de abrir y otro de aceptar y, para colmo, el efecto del click no es inmediato):
1- Entrar en la página de prescripción.
2- Crear una hoja nueva de prescripción.
3- Confirmar las alergias, o el programa no te deja seguir.
4- Abrir una línea de tratamiento.
5- Darle al icono de búsqueda para que nos permita rellenar la receta con el medicamento de nuestra elección.
6- Escribir el fármaco.
7- Escoger la dosis.
8- Ajustar la posología.
9- Aceptarlo todo.
10- Enviar a farmacia la confirmación de la línea de tratamiento.
12- Meter la receta en blanco en la impresora (Debe ir en la posición correcta).
11- Imprimir (y esperar que la impresora no se haya desconfigurado en el proceso, lo que sucede al menos una vez cada mañana).
Si el tratamiento exige varios productos no es necesario repetir todo el proceso sino que en las siguientes recetas se va directamente al paso 4. Incluso es posible esperar a tener completas todas las líneas antes de enviar la confirmación a farmacia.

No sé de qué me quejo. Así visto es rápido e intuitivo. Sin duda sirve para que el paciente te conozca mejor y, o bien averigüe cuál es tu nivel de resistencia y de paciencia, o bien sepa a ciencia cierta qué es lo que opinas del sistema. No puedo evitar pensar que semejante método no es más que un plan encubierto sin más fin que el de disuadirnos de recetar (y ahorrar en gasto farmacéutico). Lástima que no se les haya ocurrido también el modo de que los pacientes no las necesiten (aunque si dejan de tomarse su tratamiento les llegará antes el día en que no lo requieran (y ahorrarán en Sanidad y pensiones)).

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