jueves, 26 de septiembre de 2013

Orilla

El mar dibuja formas sobre el barro de la orilla. Deja en él la huella de su piel, un relieve vivo que se arrastra hacia la playa, la araña y se extiende en una red de finas ramas para aferrarla. Son los fósiles de los cipreses imaginados por van Gogh, formas flamígeras grabadas en la tierra, los surcos, ondulaciones y arrugas propios de la edad del mundo.

Al atardecer la orilla es un espejo, un fuego frío de ríos de agua que refulgen encendidos por el reflejo del sol. En medio de su corriente la luz penetra en las gotas y navega junto a ellas en su regreso al océano.

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