La consulta no sólo consiste en la labor profesional de escuchar y explorar al enfermo, sino que además existe una interacción personal con los pacientes y sus acompañantes que, en ocasiones, resulta de lo más curiosa. El motivo de consulta puede convertirse en algo secundario y la conversación derivar hacia otros temas. Es algo que pasa con el tiempo y la confianza aunque también sucede de manera fortuita con alguien extremadamente sociable que descubre en ti algo que le interesa. Comentar libros, ropa o pendientes en lugar de sólo enfermedades descarga el ambiente. Hay momentos de risa, puede que suene poco apropiado pero así es, y es una suerte que así sea porque son momentos que rompen la rutina y se agradecen. Son muchos los enfermos que, a pesar de sus problemas, también tienen sentido del humor. Paradójicamente suelen tomarse mejor las cosas los que sufren de algo serio, que los que simplemente padecen de aprensión.
La psicoterapia no sólo forma parte de la visita médica sino que, en muchos casos, es lo primordial. Son pacientes que acuden con la idea de soltar sus problemas, no necesariamente de salud, y entablan un monólogo en el que narran su vida, obra y milagros. Sólo pretenden liberarse, les basta con tener a alguien delante (no les importa si les presta o no atención). A veces es el acompañante el que anda falto de emitir su cuota de palabras diarias. Puede suceder que ambos (generalmente ambas) exploten a hablar a la vez, tras acomodarse en las sillas de la consulta. Si ninguna de las ponentes precisa pararse a respirar se vuelve imposible meter baza en su discurso, ni siquiera nuestra auxiliar más locuaz, con una tasa de éxito del 99,9%, lo logra. No sé si es la sonrisa alucinada de nuestros rostros la que las anima a seguir, o que rara vez se topan con un público al que dirigirse, y menos aún con uno mejor dispuesto, o más resignado. Se marcharán cuando se les agoten las palabras, no antes.
Otros enfermos asumen sus patologías con desparpajo. Nos alegran el día, su paso recarga las pilas y es siempre un placer verles. Si pasan 18 veces por quirófano, en las 18 hacen reír a todo el personal con sus ocurrencias, y especialmente con su modo de expresarlas. Le imprimen un toque tierno y pícaro a todas sus opiniones, saben bromear con gracia y cada nueva experiencia les supone una fuente de anécdotas para emplear en el futuro.
1 comentario:
Hola, Sol, buenos días; perspectiva humana, ésa que, como tú bien sabrás con conocimiento de causa, no siempre se encuentra en ese ámbito. En cualquier caso, a mí no me gusta ser demasiado exigente en ese aspecto: entiendo que el médico es un profesional que está ahí para hacer su trabajo, que es el de restituir mi salud quebrantada (en mayor o menor grado), y todo lo demás es accesorio. Eso sí, si además me cuenta un chistecillo y me río, premio...
Un abrazo y hasta pronto.
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