Sólo los estandartes quedan en pie. En el paisaje gris no se oye más que el rumor fúnebre del aire que rasga sus telas. El resto es silencio, el silencio de la muerte, el silencio del dolor tras el fragor de la batalla. No resuena el eco sordo de los cañones. Callaron las explosiones, los tambores y los gritos. La desolación ahoga, la soledad abruma. El humo sepulta el ambiente, un humo quieto, sin fuego, un humo de pesadumbre, de pólvora quemada y de tierra arrancada con violencia. Huele a sangre. Es la sangre que ha dejado de latir y se ha derramado al huir de los cuerpos que yacen en el suelo. Hay paz, una triste paz, la paz de las lágrimas que nadie llora porque nadie puede hacerlo. No hay vencedores ni vencidos. Sólo los estandartes quedan en pie.
2 comentarios:
Sin embargo, en el centro de la imagen, donde los estandartes están mejor agrupados, las puntas nos llevan a una luz definida y fuerte. Por su forma no parece una luz destructora sino más bien un sol de esperanza (o de gloria quizás).
Precioso
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