Analicemos las excusas más frecuentes. Algunas suenan contradictorias entre sí, lo que se explica porque cada una se aplicaría en función de las circunstancias, las fluctuaciones del ánimo o el momento:
1. Me gusta escribir (evidente o el bloguero en cuestión sería un masoca emperrado en inmolarse día tras día frente a las teclas de su ordenador. Como hay de todo en el mundo es posible que también haya individuos así y que incluso cuenten con un teclado especial que les suelte una descarga que los deje tiesos al presionar alguna de las letras. Imaginad: para darle más emoción no siempre sería la misma tecla, sino que tendrían que encontrarla. Aún más complicado: sólo daría calambre dentro de una determinada palabra clave, desconocida y que deberían averiguar, lo que les obligaría a escribir hasta caer rendidos. No me he dedicado a investigar sobre blogs gores aunque me extrañaría que no existiese una comunidad, eso sí, seguramente privada). A mí simplemente me encanta escribir. El sadomasoquismo no es lo mío y mi ordenador es relativamente inocuo, aunque ya se sabe que hay palabras que las carga el diablo. La pega de mi inocente excusa es que el disfrutar enlazando frases no explica qué es lo que me impulsa a compartir el resultado. ¿Mi entusiasmo desatado? ¿O acaso será un mecanismo de control de la cordura que evita que hable conmigo misma y me deje arrastrar por mis propios desvaríos?
2. Me lo han pedido. Muy cómodo eso de echar las culpas a los demás, aunque en mi caso sea una afirmación cierta. Tan cierta como que ni siquiera fui yo la que creó mi cuenta de blogger. También lo es que los pobres que lo hicieron no sabían lo que se les venía encima. Me conocían previamente y sabían de mi entusiasmo, por lo que la reacción causa-efecto no debiera haberles pillado tan desprevenidos. Aún así superé las expectativas: un post diario (éste en concreto hace el número 800), unos cuantos archivados en reserva y, lo que no se esperaban: un mensaje de aviso y buenos días a horas aún intempestivas. Ese dichoso mensaje que ha obligado a mis familiares y amigos a apagar la señal de sus smartphones por la noche para no oír su pitido antes que el del despertador. A pesar de todo cuando traté de abandonar esa molesta costumbre, segura de que muchos me lo agradecerían, me encontré con un montón de reclamaciones al respecto. Así que puedo quitarme un peso de encima y afirmar que no es culpa mía (al menos no del todo).
3. Deseos de agradar (¿quién no los siente de vez en cuando?). Por muy huraño que se sea no creo que haya nadie que escoja voluntariamente ser criticado e impopular de manera permanente, aunque hay que asumir que no es posible gustar a todo el mundo. Este punto es positivo porque obliga al escritor a esforzarse por buscar en sí mismo lo mejor de su carácter, para poder así plasmarlo en sus escritos. Me gustan los cuentos, pensar en cosas bonitas y contarlas. Trato de publicar historias que hagan soñar y contribuyan a levantar el ánimo porque, según lo veo, la base para resultar agradable es conseguir que los demás se sientan un poco mejor consigo mismos gracias a ti (algo que encaja con la profesión de médico). Dentro de este mismo apartado habría que incluir los arrebatos: hay cosas y momentos que te llenan hasta rebosar por cada poro, es imposible contenerlos y estallan en una onda expansiva que se procura prolongar y estirar por todos los medios.
4. Sentido del humor: Las situaciones ridículas se llevan mejor con unas risas y ¿quién no cae en el ridículo más embarazoso en alguna ocasión? Si no se quiere ofender a nadie hay que empezar por reírse de uno mismo, aunque también los hay que triunfan con escritos envenenados que no dejan títere con cabeza, y quien cree que el éxito está en quedar siempre por encima, demostrar la superioridad y, claro, luego no entienden por qué no lo alcanzan. Sé que mi teoría es muy bonita sobre el papel pero es evidente que hace aguas. Menos mal que el sentido del humor hace más llevaderos los chascos. Son muchos los que no comprenden el sarcasmo y la ironía y se ofenden con facilidad ante cualquier desahogo en esa línea. Como he dicho en el punto 3 no es posible agradar a todo el mundo y prefiero disfrutar de la libertad de expresarme a mi gusto que de la popularidad.
5. Batiburrillo de complejos: Empecemos por el complejo de inferioridad, ese de "si no lo pusiese en un post nadie me escucharía". En teoría siempre queda la opción de no leerlo pero, a la hora de la verdad, los que figuran en mi lista lo tienen difícil para escaquearse. Soy insistente (eufemismo de pesada) y me las he ingeniado para darle la lata a todo el mundo. ¿Por qué lo hago? ¿Acaso es tan original mi opinión? (volvemos a eso de ser únicos, aunque en este caso es otro eufemismo, el de narcisismo). Sinceramente creo que mi filosofía es bastante prescindible pero lo que sí me gusta es conocer la de aquellos con mejor materia gris cuando me dejan en los comentarios una reflexión mucho más profunda que la de mis divagaciones (¿padezco de ansia de conocimiento? por desgracia no soy tan aplicada). El último complejo a valorar es el de la timidez: el blog sólo supone una relación con una pantalla, sin verle la cara nadie. Hay cosas que se escriben para uno mismo, que jamás se contarían en una conversación y que, sin embargo, dentro de un blog aún conservan algo de su carácter íntimo y privado. Es paradójico pero así es. No sé si con el tiempo servirá para enfrentarse al mundo con más seguridad. Como veis este punto está lleno de buenas razones.
6. Comunicación. Soy rarita (¿única?) y quién sabe si mis rarezas y manías se comprenden mejor gracias al blog o, por el contrario, lo que consigo es parecer una auténtica extraterrestre. Claramente no soy buena en este punto, las relaciones sociales no son lo mío, nunca lo han sido y lo demuestra el hecho de que sólo respondan a mis diatribas algunas almas caritativas. Eso sí, lo hacen generalmente con críticas positivas que me dan alas. Supongo que para el resto sigo siendo un bicho raro que les deja sin palabras.
7. Memoria: He convertido el blog en un refugio para la memoria familiar en el que almacenar los recuerdos comunes. También es un refugio para la propia, que a veces me falla (una lástima porque solía ser bastante buena). Me permite registrar los eventos especiales y destacar aquellas cosas que, dentro de la rutina diaria, se salen de lo habitual.
8. Otras de otros: hay blogs que son el escaparate de negocios o profesionales. No puedo hablar de ellos desde mi experiencia porque, evidentemente, no es mi caso. Tampoco creo que en sus motivaciones haya mucho que analizar, aunque sí que coinciden con la mayoría en lo de procurar ofrecer su mejor imagen.
3. Deseos de agradar (¿quién no los siente de vez en cuando?). Por muy huraño que se sea no creo que haya nadie que escoja voluntariamente ser criticado e impopular de manera permanente, aunque hay que asumir que no es posible gustar a todo el mundo. Este punto es positivo porque obliga al escritor a esforzarse por buscar en sí mismo lo mejor de su carácter, para poder así plasmarlo en sus escritos. Me gustan los cuentos, pensar en cosas bonitas y contarlas. Trato de publicar historias que hagan soñar y contribuyan a levantar el ánimo porque, según lo veo, la base para resultar agradable es conseguir que los demás se sientan un poco mejor consigo mismos gracias a ti (algo que encaja con la profesión de médico). Dentro de este mismo apartado habría que incluir los arrebatos: hay cosas y momentos que te llenan hasta rebosar por cada poro, es imposible contenerlos y estallan en una onda expansiva que se procura prolongar y estirar por todos los medios.
4. Sentido del humor: Las situaciones ridículas se llevan mejor con unas risas y ¿quién no cae en el ridículo más embarazoso en alguna ocasión? Si no se quiere ofender a nadie hay que empezar por reírse de uno mismo, aunque también los hay que triunfan con escritos envenenados que no dejan títere con cabeza, y quien cree que el éxito está en quedar siempre por encima, demostrar la superioridad y, claro, luego no entienden por qué no lo alcanzan. Sé que mi teoría es muy bonita sobre el papel pero es evidente que hace aguas. Menos mal que el sentido del humor hace más llevaderos los chascos. Son muchos los que no comprenden el sarcasmo y la ironía y se ofenden con facilidad ante cualquier desahogo en esa línea. Como he dicho en el punto 3 no es posible agradar a todo el mundo y prefiero disfrutar de la libertad de expresarme a mi gusto que de la popularidad.
5. Batiburrillo de complejos: Empecemos por el complejo de inferioridad, ese de "si no lo pusiese en un post nadie me escucharía". En teoría siempre queda la opción de no leerlo pero, a la hora de la verdad, los que figuran en mi lista lo tienen difícil para escaquearse. Soy insistente (eufemismo de pesada) y me las he ingeniado para darle la lata a todo el mundo. ¿Por qué lo hago? ¿Acaso es tan original mi opinión? (volvemos a eso de ser únicos, aunque en este caso es otro eufemismo, el de narcisismo). Sinceramente creo que mi filosofía es bastante prescindible pero lo que sí me gusta es conocer la de aquellos con mejor materia gris cuando me dejan en los comentarios una reflexión mucho más profunda que la de mis divagaciones (¿padezco de ansia de conocimiento? por desgracia no soy tan aplicada). El último complejo a valorar es el de la timidez: el blog sólo supone una relación con una pantalla, sin verle la cara nadie. Hay cosas que se escriben para uno mismo, que jamás se contarían en una conversación y que, sin embargo, dentro de un blog aún conservan algo de su carácter íntimo y privado. Es paradójico pero así es. No sé si con el tiempo servirá para enfrentarse al mundo con más seguridad. Como veis este punto está lleno de buenas razones.
6. Comunicación. Soy rarita (¿única?) y quién sabe si mis rarezas y manías se comprenden mejor gracias al blog o, por el contrario, lo que consigo es parecer una auténtica extraterrestre. Claramente no soy buena en este punto, las relaciones sociales no son lo mío, nunca lo han sido y lo demuestra el hecho de que sólo respondan a mis diatribas algunas almas caritativas. Eso sí, lo hacen generalmente con críticas positivas que me dan alas. Supongo que para el resto sigo siendo un bicho raro que les deja sin palabras.
8. Otras de otros: hay blogs que son el escaparate de negocios o profesionales. No puedo hablar de ellos desde mi experiencia porque, evidentemente, no es mi caso. Tampoco creo que en sus motivaciones haya mucho que analizar, aunque sí que coinciden con la mayoría en lo de procurar ofrecer su mejor imagen.
3 comentarios:
Sea por lo que sea, creo que estamos todos encantados con el blog: con las reflexiones mañaneras, los cuentos, las recetas, los recuerdos... un innumerable número de historias que hacen este blog de los más completos.
Este año llevamos a 4 blogueras de moda a España para que conocieran el "Madrid de compras". Tenían entre 21 y 25 años y su blog era su medio de vida, y no les iba nada mal, la verdad. Me quedé impresionada de su profesionalidad y su capacidad de influencia. Desde entonces creo que se están recorriendo el mundo.... las afortunadas!
Por si te sirve de ayuda aquí te envío este texto de Rilke: "Se necesita el arte (¡y aún!) todas las esperas de la infancia, y la contribución constante de tantas cosas, para soportarse, solo: una casa que consienta; un jardín inocente y generoso; la curva de los pájaros en el aire; vientos, lluvias, recuerdos, y la calma de un cielo estrellado hasta el infinito: ¡todo esto para que un ser humano pueda avenirse con su corazón!"
A mi me encanta tu blog nuestro de cada día.
El blog/memoria tiene truco. El cerebro de una, aficionado a la defensa propia y a embellecerme, me engaña y reinventa el pasado (mis reacciones incluidas). Luego leo en el blog lo que escribí "en caliente" y toda esa magnífica labor cerebral de autoengaño queda destruida. Un sinvivir ;)
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