viernes, 17 de enero de 2014

Liberación sexual

El sexo es tradicionalmente machista: hasta hace relativamente poco, y en muchos lugares aún se mantiene, era el varón el que elegía y dominaba en ese aspecto de la pareja. A raíz de la mejora de la eficacia de los métodos anticonceptivos se revolucionó la vida sexual de las mujeres que quedaron liberadas del yugo de la amenaza del embarazo y del ¿qué dirán? Es por ello por lo que la virginidad ha pasado a ser una virtud utópica, salvo en los círculos más conservadores, tan sólo deseada por los progenitores de "la niña" sexualmente activa.

La sabia naturaleza eligió este sistema para la perpetuación de la especie en los animales. Al llegar la época de celo se relega cualquier otro tipo de actividad. Lo único que cuenta es competir por los puestos de poder y ganarse el derecho a copular con las hembras. Compartir el material genético para crear una línea de descendientes con los rasgos del más fuerte es prioritario.

La sociedad ha pulido este instinto básico en los humanos, aunque no en todos ha logrado la misma tasa de éxito. Afortunadamente los tabúes sociales y religiosos más restrictivos han perdido fuerza en nuestra sociedad. En general el sexo es algo íntimo, privado y sin la etiqueta de pecado. El sexo consentido no es una perversión, una flaqueza de la que haya que avergonzarse. En realidad es un vínculo más entre dos personas. La oxitocina que se libera durante el orgasmo liga a los miembros de la pareja y la dopamina estimula el deseo. No es un vicio secreto sino que ha salido del escondite del dormitorio y forma parte de libros no prohibidos y se muestra con cierta naturalidad en las películas, si bien es cierto que las que contienen escenas más explícitas son motivo de escándalo y publicidad gratuita. Se discute de sexo en las conversaciones, con más o menos detalle en función de los interlocutores.

Pese a todo hay algo que no ha cambiado: continúa siendo un factor primordial a la hora de dirigir la vida del individuo. Al igual que en el resto de los mamíferos, los hombres compiten no sólo por conseguir el papel de líder, en sus diferentes versiones: político, económico, social... sino por lo que esto implica a la hora de contar con un mayor número de parejas entre las que escoger. La lucha no se limita a una exhibición de fuerza y a un despliegue de las características físicas, sino que las carencias en esos aspectos se pueden suplir por otros rasgos. La inteligencia despierta admiración que en muchos casos desemboca en deseo. La simpatía conquista y el engaño embauca. El dinero, la posición laboral y social, el éxito profesional son ganchos muy atractivos para las hembras lo que deriva en una renovación, más o menos frecuente, en función del carácter de cada individuo, de la pareja sexual.






2 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Hola, Sol, buenos días; excelente análisis, que comparto en buena medida. Estoy de acuerdo contigo en que hemos avanzado mucho, por esa pérdida de fuerza de los tabúes, pero creo que aún andamos muy lejos de lo que sería deseable en cuanto a 'asimilación natural' (no sé, no se me ocurre otra expresión, supongo que se entiende bien) de la vertiente sexual de nuestra vida, tanto en lo personal como en lo social. Pero avanzamos, avanzamos sin duda y pese a quien pese.

Un abrazo y buen fin de semana.

P.S. ayer intenté hasta en tres ocasiones dejar un comentario a tu reseña, pero no me fue posible. Gajes de la informática...

Anónimo dijo...

Como siempre me ha gustado mucho y al final este análisis de cómo la inteligencia, posición, dinero o simpatía consigue la admiración del otro ha sido muy clarificante. jjjj. bs Pal.