martes, 7 de enero de 2014

Tres Reyes perdidos

Este cuento no es nuevo sino una revisión del que escribí hace dos años. Al ir a publicarlo en mi página de "megustaescribir" me di cuenta de que necesitaba algunas correcciones. Hoy tenía la intención de daros un descanso de blog pero ya haré la pausa otro día. Os pongo la nueva versión por si os apetece releer la historia. 


TRES REYES PERDIDOS

La estrella de Oriente ha desaparecido. Se ha escondido en un rincón entre las nubes de la Vía Láctea. y su fulgor se ha apagado. Bajo el cielo sin estrellas, la arena borra las huellas de los que transitan por ella. Las dunas se elevan, las sombras avanzan y tres viajeros reanudan el camino perdido. Vagan a la deriva, sin claudicar al frío ni al desierto. La tierra cede bajo sus pies y se escurre entre sus dedos. Exhaustos, sin más fuerza que la de su voluntad, luchan por conquistar los arenales y con sus cuerpos inclinados sobre las colinas escalan las laderas errantes que huyen tras sus pasos. Finalmente caen rendidos, vencidos por la fatiga, antes de alcanzar la cima.

El frío se cierne sobre el desierto. El fuego del día no es más que un recuerdo. En la oscuridad se oculta el refugio de un oasis y, a orillas del agua, la tela de una tienda oscila bajo el soplo de la brisa.

El hielo horada las grietas y rompe la noche en chasquidos de rocas al estallar. En el eco resuena el fragor de los crujidos. Un nómada se despierta, alarmado por el ruido, y descubre sobre el suelo los cuerpos desvanecidos de los viajeros perdidos. Los arrastra hasta su lecho, les humedece los labios y los arropa en sus mantos.

Los Reyes descansan y en silencio sueñan con hallar su guía entre las estrellas.

Antes del amanecer el nómada les avisa. ¡Deprisa, deprisa!, exclama. Un cometa deslumbrante se asoma en el horizonte. Los sabios observan la estela que surca a lo lejos el cielo. ¡Jamás llegarán a tiempo!

El nómada acalla sus miedos, ha ensillado para ellos sus tres mejores camellos. Subidos a sus monturas cabalgarán en el viento en persecución de un sueño: cumplir su fugaz destino, el de alcanzar el lucero que sobre el cielo lo ha escrito.

Desde entonces y a través de los tiempos, los tres Reyes honran el recuerdo gentil del nómada. Como homenaje, reparten presentes a su linaje.

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