Querida romántica:
No me pusiste las cosas fáciles. Desde pequeña habías alimentado tus ilusiones a base de libros y pretendías un amor digno de una novela. Conformarte con menos no entraba en tu cabeza. Sin sacar la nariz de entre las páginas te iba a costar encontrarlo, y a mí hallar un candidato. Por si eso no fuese suficiente problema, con tu imaginación no te costaba idealizar al objeto de tus sueños y aún menos vivir en ellos.
Dentro de tu mundo de ilusión tardaste años en darte cuenta de que los seres de carne y hueso se alejaban bastante de tus héroes de papel, y aún tengo mis dudas de que distingas las fronteras. Aún así no te rendías e, inasequible al desaliento, mantenías la esperanza de equivocarte, de malinterpretar sus gestos. Asumías que hablaban un idioma distinto que no entendías. ¿Cuál era el misterio oculto? Ignorabas que los hombres son lo que parecen y que, además, es mejor así. Si tienen interés no lo esconden, lo demuestran. Si siempre están tristes no es por tu culpa, no eres el payaso encargado de animarles, es tan sólo que son tristes. Si carecen de empuje se quedarán estancados hasta hundirse en el fango, sin que exista una fuerza externa capaz de tirar de ellos. Los peores son los que engañan, los que abusan del amor por egoísmo. Esos se esfuerzan por aparentar lo que no son hasta que, al final, sus contradicciones los delatan.
Los desengaños te enseñaron a estar en guardia cuando las piezas no encajaban. Te aliviaba terminar esos puzles, aunque te disgustó sobremanera el descubrir, tras uno de ellos, a un bellaco de la más vil calaña. En un impulso quijotesco decidiste enmendar el entuerto. Habías aprendido algo y... ¿por qué no dar una lección? Fue una clase magistral de la que Cervantes se sentiría orgulloso, aunque tu alumno no te aplaudiese.
Al final mi flechazo acertó. Fue un buen tiro, una flecha bastó para los dos. Te has dado cuenta de cómo funciona el tema: no hay que tener miedo, forzar las cosas ni complicarlas porque, como alguien muy sabio te dijo: el amor tiene que ser fácil.
Felices días de los enamorados (hay uno diario). Besos: Cupido.
2 comentarios:
¡Madre mía, qué bonita carta carta de Cupido! ¡Cómo estará Grumpy de contenta........!!!
Una carta genial. Besos
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