Dormía en el cuarto del fondo, en mi cama de siempre, la que estaba pegada a la pared opuesta a la ventana. Había un elefante en el hueco que quedaba entre la puerta, el armario y el baúl sin fondo de los tesoros. Se acercaba, se metía por el pasillo entre las dos camas y se sentaba sobre la mía. Me mecía con la trompa para llamarme. Al notar el vaivén, abría a medias un ojo pero no me daba por aludida sino que me giraba y me cubría la cabeza con la colcha. No me servía de nada remolonear, mi elefante no me lo permitía (y no hay quien les gane a cabezonería). Para convencerme enlazaba mi cintura y me incorporaba hasta sentarme al borde del colchón. Sentía que aún seguía pegajosa de sueño. Se me cerraban los ojos y me pesaba la cabeza. La apoyé sobre él. No me extrañaba que hubiese un elefante en mi habitación, le conocía, no era la primera vez que algo así sucedía. El animal, igual que un perrillo impaciente, tiraba de mí para que me levantase y saliese con él fuera de la casa. Algo pasaba y quería mostrármelo sin más demora. Estaba inquieto.
Le hice caso y me dejé guiar. En camisón y descalza caminé tras él hasta los eucaliptos de la era. En el lugar de la antigua alberca había una ballena varada, aunque no había ninguna playa cerca, sólo la tierra reseca. No parecía posible que hubiese llegado hasta allí, sin embargo ahí estaba. Mi elefante se plantó a su lado y me miró, en sus ojos me suplicaba que la ayudara. ¿Qué podía hacer yo para salvarla? No se me ocurría nada.
2 comentarios:
Al leer la entrada de ayer y la de hoy vuelven a la memoria tantos recuerdos que se han ido forjando con el paso del tiempo. La Granja y lo que aquello supuso en la vida de todos se hace presente en muchas ocasiones en la vida de todos y especialmente en los sueños. Quién de nosotros no se ha despertado con la sensación de haber pasado una nueva jornada bajo las moreras o en el patio o ante la chimenea, con los abuelos o la tita o alguien irreconocible? La pena es que la mayor parte de las veces _como en tu entrada_ en el sueño ya se percibe la atmósfera de los paraísos perdidos.
Hola Sol, yo soñé despierta una vez. Soñé con un elefante viejo que se escapó de un circo.En la casa donde vivía, separada del pueblo por una densidad de chirimoyos, en un rellano del campo se abría la carpa de un circo. A lo lejos se percibía la silueta de un elefante dando vueltas sobre sí mismo. Un día no lo vi, pero el circo seguía allí. Como siempre, es un gusto leerte, una inspiración. Un abrazo
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