sábado, 10 de noviembre de 2012

Susie



Un coche "antiguo" se personaliza y se llena de recuerdos. Se reconoce su voz, su tacto, el sonido de sus puertas, el olor de su interior. Requiere sus cuidados pero simplemente la idea de renovarlo resulta inquietante. Cuando alguien ajeno lo sugiere, la pregunta que surge es: ¿Para qué? ¿Por qué ha cumplido la mayoría de edad legal? ¿Por qué tiene 250.000 km? ¿Es que eso importa? ¡Si funciona estupendamente! Por muy bonito que pueda ser el sustituto y por muchas maravillas que conformen su motor aún tendrá que ganarse no sólo la confianza sino también el cariño de sus ocupantes y, para eso, hay que hacer muchos méritos. Llega un punto en el que al conductor se le identifica con su maquina y cuando ésta llega a formar una parte tan íntima de su ser está claro que no se va a dejar amputar ese querido miembro.

2 comentarios:

Carmen dijo...

¡Qué bonito! Seguro que el hijo de tu amiga le encanta.

Märkostren dijo...

El amor que se le puede llegar a profesar a un coche, y yo he tenido unos cuantos (24 entre propios y de empresa) es inversamente proporcional a la ultima factura que hayas recibido del taller. No hace mucho, un cliente del taller que frecuento se declaraba orgulloso de su Peugeot 206 de 13 años en el que no se había gastado nunca un duro. Era una maravilla de coche que no pensaba cambiar nunca. Al cabo de una semana entró para una "pequeña reparación y como siempre, lo que tú le veas". Inspeccionando detenidamente el coche resultó que necesitaba un radiador, cuatro amortiguadores, un kit completo de frenos, un cambio de embrague, un alternador, una batería y un cambio de aceite y filtros. A partir del momento en que recibió el presupuesto, su querido coche pasó a ser una maquina que solo le producía gastos y estaba pensando si repararlo o cambiarlo... claro que además tiene un Volvo de alta gama y otro pequeño coche de uso coche familiar y esos, "esos si que son coches buenos".