Aquellos pósters habían sido un regalo, no recuerdo de quién porque por entonces era demasiado pequeña, El mío me encantaba (al otro no le encontraba la gracia aunque me parecía más bonito el dibujo que el cuento en sí, demasiado moralizante para mi gusto y sin ningún tipo de romanticismo para endulzar la lección). Es cierto que el romanticismo de mi vida por entonces se limitaba al de aquella imagen y al que leía en los libros, porque si bien a hermanísima nunca le faltaban candidatos aspirantes a novios esa era otra de las cosas que no compartíamos (en aquella época teníamos en común la habitación y parte de nuestros genes, pero a eso se limitaba el parecido entre ambas).
El lobo de Caperucita no moría de hambre en el cuento original de Perrault, cuya moraleja es dura de asumir para una mente infantil. En el siguiente corto Mr. Disney no sólo le dejó en ayunas sino que, para colmo, le puso delante todo tipo de tentaciones (no sé si en la cesta de la niña habría además un manzana envenenada de postre, no me extrañaría, pero con semejante régimen el Lobo también se quedó sin catarla) En el caso de probarla ...¿le habría salvado luego Caperucita con un apasionado beso de amor?
1 comentario:
Esta versión del cuento es divertidísima. Cuando Caperucita le ha preguntado a la abuelita cómo se encontraba y ha dicho "¡Fatal!", no sabes lo conocida que me ha sonado la respuesta. Y luego la versión de los cerditos es estupenda, con uno hacendoso y otros dos dedicados al "dolce far niente".; también tiene la cosa sus semejanzas familiares.
Bueno, te aclaro que los posters me parece que los trajeron unos Reyes Magos en consonancia con las lecturas y canciones del momento. Recuerda que teníamos un disco en italiano con distintas canciones, una de ellas de los "tre piccoli porcellini", que oíais y medio bailabais en vuestros juegos.
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