martes, 12 de febrero de 2013

Caperucita, Los Tres Cerditos y la dieta del Lobo

Hermanísima y yo nos pasamos las noches de nuestra infancia durmiendo bajo los cuentos. En mi caso se trataba de un póster de Blancanieves en el que el Príncipe la sostenía en brazos con una mirada arrobada en medio del bosque y en el suyo, no sé si para compensar, el dibujo era mucho menos romántico y reflejaba a los Tres Cerditos. No creo que mi padre se lo hubiese colocado ahí para inspirar su laboriosidad, aunque con mi progenitor sólo hay que creer en el credo y en los artículos de la fe. De ser así el mensaje era subliminal ya que los animales no trabajaban, habían dejado atrás la primera fase del cuento de la construcción de sus cabañas y bailaban felices y despreocupados al ritmo de una música imaginaria tras haber burlado al lobo feroz. ¿Nunca os ha dado algo de pena el pobre lobo? No me extraña que siempre estuviese hambriento y desesperado por hacerse con alguna presa. El Sr. Disney le tenía a dieta estricta. Un nombre apropiado para una clínica de adelgazamiento en pleno Disneyland habría sido sin duda "El lobo feroz", aunque no sé cuántos serían capaces de resistir su férrea disciplina más allá de un par de días.

Aquellos pósters habían sido un regalo, no recuerdo de quién porque por entonces era demasiado pequeña, El mío me encantaba (al otro no le encontraba la gracia aunque me parecía más bonito el dibujo que el cuento en sí, demasiado moralizante para mi gusto y sin ningún tipo de romanticismo para endulzar la lección). Es cierto que el romanticismo de mi vida por entonces se limitaba al de aquella imagen y al que leía en los libros, porque si bien a hermanísima nunca le faltaban candidatos aspirantes a novios esa era otra de las cosas que no compartíamos (en aquella época teníamos en común la habitación y parte de nuestros genes, pero a eso se limitaba el parecido entre ambas).

El lobo de Caperucita no moría de hambre en el cuento original de Perrault, cuya moraleja es dura de asumir para una mente infantil. En el siguiente corto Mr. Disney no sólo le dejó en ayunas sino que, para colmo, le puso delante todo tipo de tentaciones (no sé si en la cesta de la niña habría además un manzana envenenada de postre, no me extrañaría, pero con semejante régimen el Lobo también se quedó sin catarla) En el caso de probarla ...¿le habría salvado luego Caperucita con un apasionado beso de amor?

1 comentario:

Señora dijo...

Esta versión del cuento es divertidísima. Cuando Caperucita le ha preguntado a la abuelita cómo se encontraba y ha dicho "¡Fatal!", no sabes lo conocida que me ha sonado la respuesta. Y luego la versión de los cerditos es estupenda, con uno hacendoso y otros dos dedicados al "dolce far niente".; también tiene la cosa sus semejanzas familiares.
Bueno, te aclaro que los posters me parece que los trajeron unos Reyes Magos en consonancia con las lecturas y canciones del momento. Recuerda que teníamos un disco en italiano con distintas canciones, una de ellas de los "tre piccoli porcellini", que oíais y medio bailabais en vuestros juegos.