jueves, 7 de febrero de 2013

El triunfo de la alegría

Siempre he admirado a esas personas que son buenas por naturaleza, que saben mantener la calma ante la adversidad y son siempre corteses y gentiles con todo el mundo sin permitir que sus pasiones, el cansancio o sus simpatías afecten a sus juicios o a su comportamiento social. Saben estar en todas las situaciones. Poseen una gran fortaleza interior y resisten sus debilidades de un modo en el que, verdaderamente, parece que no padecieran ninguna, aunque supongo que en realidad todo el mundo sufre alguna. Nunca explotan ni pierden la paciencia. 

Sé a ciencia cierta que uno de mis principales defectos reside precisamente en esto y, aunque hago propósito de enmienda una y otra vez, no siempre consigo dominarme en los momentos de mayor acaloramiento. Cuando soy consciente de la inminente caída, lo que desgraciadamente no ocurre siempre, logro disimular, generalmente mal y a duras penas, algo de lo que siento. Sin embargo disimular no es lo mismo que controlar y dista años luz de mi objetivo. A menudo no soy consciente y exploto antes de darme cuenta. El batacazo me hace sentirme abochornada y arrepentida, aunque ya es demasiado tarde. Estas palabras de Amelia Barr me han parecido un buen canon para tener presente especialmente en esos momentos en los que se flaquea y es fácil dejarse arrastrar por el genio, el pesimismo o las dudas, o también para recuperarse tras un sonado fracaso. 

"Para lograr el éxito en lo que se persigue hay que evitar dejarse llevar por los arranques de mal carácter y la suspicacia ante los momentos duros. Uno de los grandes apoyos del éxito es, precisamente, la alegría: ir a trabajar con un sentido pleno de la vida, rebosante, estar decidido a retirar cualquier obstáculo, superarlo y dominarlo. Por encima de todo hay que mantener la ilusión: no hay dicha para los que desesperan." Amelia Barr.   

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien por Amelia Barr y bien por contárnoslo. El defecto al que te refieres lo tenemos casi todos, pero el que como tú, con sus dones propios y adquiridos, sirve a los demás, está actuando de forma perfecta, tu trabajo está dedicado a hacer felices a tus pacientes y además dedicas tu tiempo libre a deleitarnos a nosotros con tu blog. Tu papel es fantástico .El resto son factores externos que no tienen tanta importancia y que no pueden imputarse a la persona. Un día coincides en la consulta con sucesivos pacientes maleducados, vulgares, groseros, chabacanos, otro día con personas educadas, cultas, que van pidiendo ayuda, que te escuchan, no puedes volver a casa con el mismo humor, tendrías que ser de palo. De todas formas la medicina contra esos momentos malos ya nos dices que es la alegría y tú tienes para conseguirla a tu doctor preferido, de donde se deduce que el problema es nimio.
“Sed alegres para hacer felices a los demás”
Y&G

Anónimo dijo...

No se que me ha gustado mas, tu entrada o el comentario...Vale, los dos...
Un beso.
Sole