martes, 27 de agosto de 2013

Como una regadera

Lunes. Termino de trabajar y mientras vuelvo a casa pienso en las plantas de mi madre. Las regué el viernes. Debería volver a hacerlo hoy o mañana. Afortunadamente no ha hecho tanto calor y aguantan. Siempre me da algo de pereza pero esa es mi única queja.

A las 17:30h recibo un email del hermano. Reza según transcribo: "Hola hermana, tenía pensado acercarme esta noche por donde mamá, ¿has regado las plantas últimamente? Besosss"

No quepo en mí de alegría. Me entra un arrebato de amor fraternal que plasmo en mi respuesta, que no tardo ni cinco minutos en enviarle: Hola querido hermano: Fui el viernes y no sabía si acercarme hoy o mañana. Si las riegas hoy me viene fenomenal. Así no tengo que volver hasta el jueves o el viernes. 
Soy pragmática así que aprovecho el mensaje para informarle de otras diligencias que le incumbían (texto omitido por el autor, que lo cuente el interesado)
También incluyo un pensamiento para los americanos.
Hoy empezaban el cole las niñas. A ver si recibimos noticias mañana. Voy a conectar Skype, por si acaso. (Comunico que no hubo suerte). Muchos besos.

Media hora después me llega la confirmación. 
Entonces esta noche las riego. Besosss hermana (Genial)

No añado nada más pero, tres horas más tarde, el hermano sí lo hace. No leo su mensaje hasta después de la cena y entonces ya no es momento de ponerle remedio.
Hola hermana, no tengo llaves de casa de los padres, no puedo ir, ya lo siento. (Lo releo. ¿No había pensado que tendría problemas para entrar en la cámara acorazada unas horas antes?).

Mi gozo en un pozo (por desgracia seco). Aunque la Señora tiene varios aloes, el resto de sus plantas no son especies autóctonas del desierto sino que pertenecen a la familia de las borrachuzas a las que les gusta beber (creo que las violetas africanas necesitan la misma cantidad de agua que las europeas). Tengo la obligación filial de hidratarlas. Es uno de los inconvenientes de ser una buena hija, digna de ser depositaria de las llaves (aunque sé que ese privilegio me lo he ganado a base de regaderas y no sé si lo perderé gracias al blog).

PS (martes por la tarde): Como también soy una buena hermana, he regado las plantas (que de momento sobreviven sin problemas) y he rescatado las llaves del hermano (además de llevarle su otro encargo). Tenemos que cuidarnos ahora que estamos solitos él, el blog, House y yo.

2 comentarios:

señora dijo...

¿Pero dónde tenía las llaves el mendruguito? Está muy bien eso de que os cuidéis mutuamente y de paso le echéis un chorrito de agua a mis plantas. Pero recuerda que las violetas africanas, no sé si es debido a su origen, pero necesitan poca agua.
Muchas gracias y que no paséis mucho calor.

Ysabel dijo...

Mi hibisco y mi lavanda no han sobrevivido a las vacaciones...y eso que el padre de Álvaro se ocupaba de regarlas... no ha debido ser tan diligente como tú :D