La pregunta ¿quedamos?, referida a mis amigas médicos, supone una gran incógnita. Para resolverla es preciso solucionar una larga serie de ecuaciones de cuarto o quinto grado, integrarlas, derivarlas y, finalmente, pasarlas del plano teórico al práctico. Cuando parece que todo encaja, aparecen los factores de variabilidad, de distracción y de confusión. Hay que contar con guardias y cambios de guardias, con salientes de guardias infernales en los que apenas quedan fuerzas para recuperarse tumbada sobre el sillón, con jornadas quirúrgicas prolongadas en las que todos los elementos se alían en contra, con llegadas de visitas previstas e imprevistas, con viajes, con sesiones, cursos, congresos y reuniones y, al llegar la primavera, a todo ese cúmulo de elementos, hay que añadirles la dichosa alergia.
De las tres que, cuando es posible, solemos quedar, dos pasamos los meses de Mayo y Junio encerradas y evitamos pisar la calle en lo posible. La mera idea de salir a pasear nos hace llorar y estornudar. Recuerdo una barbacoa en Junio en la terraza de mi hermano en la que habría agradecido disponer de una mascarilla quirúrgica, o de un burka bien tupido en su defecto. El bolso se llena de kleenex, no vayan a faltar, y el inhalador se gana un lugar de honor y bien visible sobre la mesa. Peor aún es cuando descubrimos que el susodicho inhalador produce un raro efecto secundario, calambres musculares que simulan una tendinitis plantar, efecto del que desgraciadamente nos enteramos cuando le afecta a mi amiga y casi le impide caminar. Mejora al retirarlo, sí, aunque el dilema es escoger entre respirar o andar (y lo segundo no dura mucho sin lo primero).
Tras sobrevivir a esa fase nos planteamos de nuevo la pregunta. ¿Quedamos? Por supuesto, mientras tanto, ha llegado el verano y comienzan las vacaciones. Unos se van cuando otros vuelven y, al contar con menos gente, las guardias se acumulan. Es más complicado programar nuestra reunión que ajustar las guardias a los calendarios vacacionales, profesionales y familiares de los distintos miembros del servicio (lo sé de buena tinta porque me ocupo de ello). Tras varios intentos frustrados, y una larga cadena de emails, finalmente, lo que mejor funciona es recurrir a un arreglo para casos de emergencia (si es que somos médicos y atender la urgencia está integrada en nuestra psique). Un SOS un martes de "se acaban las rebajas, la semana próxima es puente y cierran muchas de las tiendecitas interesantes de Chueca por vacaciones, ¿adelantamos nuestra cita a este jueves?" dispara las alarmas y los planes. Las vicisitudes de los meses previos no tienen precio a la hora de escribir un post, creo que con los detalles hasta darían para una novela. Pocos darían crédito a la anotación de "basada en hechos reales".
1 comentario:
¡Pues esta vez ha sido muy rápido! ...hasta hemos adelantado la cita...me preguntó si encontraremos algún chollo...MJ
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