domingo, 5 de enero de 2014

El año según Liniers

Termina un año y la sensación que deja es la de no haber cumplido todas nuestras expectativas. Empieza otro y el ciclo se repite. Es un ciclo que transcurre cada vez más rápido, vamos por un camino trillado, con pocas sorpresas en las que entretenerse. Año tras año lo conocemos mejor y lo recorremos más y más deprisa.

Termina un año y empezamos el siguiente con la ilusión de llevar a cabo todos nuestros propósitos. Nos convencemos de que en esta ocasión no fracasaremos. Son 365 días y 365 oportunidades de ser feliz y hacer felices a otros, porque la felicidad sin compartir no significa nada, o casi nada. La felicidad es una de las pocas cosas que se multiplica exponencialmente al difundirse, se expande al irradiarse de una persona a otra, y a otra, y a otra más.

Cada año nos ofrece 365 oportunidades de superarnos y convertirnos en mejores personas. Sé que es un propósito manido pero eso no lo convierte en algo sencillo. Implica analizarse con ojo crítico, no tolerar nuestros defectos, esos que conocemos y que aceptamos simplemente porque son nuestros con la excusa de que somos así. Precisamente ese "soy así" es lo más difícil de corregir. Con frecuencia actuamos de manera inconsciente y nos damos cuenta de la recaída demasiado tarde. Supone un gran esfuerzo que, con frecuencia, pasa desapercibido para el resto, al contrario que el defecto en sí. Para colmo, al alardear de ello pierde buena parte de su mérito. A los demás no les gusta que "nos demos pote".

Tengo una nueva oportunidad cada día de controlar mi genio, de procurar hacerlo mejor con mis pacientes, de conseguir que confíen en mí y de que pierdan el miedo al médico. Habrá momentos en los que ladre y me irrite y mis buenas intenciones no sólo se me olviden sino que me traigan al fresco. Por supuesto sé que luego me arrepentiré, así que espero recordarlo antes de que sea tarde.

Tengo 365 oportunidades de mejorar mis dotes de observación. Soy un completo despiste y lo peor del caso es que lo lamento no por el defecto en sí sino porque estoy segura de que prestarle más atención al mundo me serviría de fuente de inspiración para escribir. ¿Debería preocuparme?

De mis 365 oportunidades es fácil que desaproveche muchas sin darme ni cuenta. Sueno pesimista y no lo soy, así que me mantendré optimista y trataré de aprovecharlas todas. Lo mejor del Año Nuevo es que tiene 365 días para estar con House y para darle más de 365 besos y abrazos (el pobre ya sabe lo que le espera). Llevar a cabo esta parte no me costará ningún trabajo.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

No quiero ni enumerar la cantidad de cosas que voy a tener que mejorar en estos 365 días. Dedicaré 1 ahacer un examen de conciencia además de todo lo que voy a tener que trabajar para conseguir: una programación a para la oposición, unidades didácticas, preparar los temas comunes, saber de cultura general, matemáticas, lengua etc... Sin contar lo que me deparan los nuevos coles, alumnos, etc... Ainnnsss que creo que me van a faltar días. Gracias por hacernos reflexionar ayudarnos a ser conscientes de nuestros defectillos jjjj. Bs Pal

Señora dijo...

Es cuestión de ir poco a poco y no dejarlo para el día siguiente. Yo ya me he puesto un plan con Inés para que si somos buenas (cada una tiene que mejorar un aspecto de su genio) ella vaya a Nueva Orleans otra vez y yo lo vea por primera. Haremos todas las semanas nuestra valoración y si es positiva ella tiene premio en metálico (imprescindible para hacer el viaje) y yo me apunto mi positivo. Tendré que hacerme otros proyectos porque el día da para mucho, pero este con mi nieta puede que funcione y encima el premio es estupendo. Os lo pongo como ejemplo a ver si os animáis y os unís al plan o preparáis otro con vuestras parejas, que esos tienen atractivo especial.

Anónimo dijo...

Habra momentos en los que ladre...... pues mano a la obra a mejorar y no me refiero al ladrido, sino a dejar de ladrar, yo tambien me apunto. Marie.