lunes, 12 de mayo de 2014

Contigo

Te vas a tu despacho y al momento te echo de menos. Dejo de escribir y trato de distinguir algún ruido pero sólo encuentro un silencio vacío. Me levanto y me acerco a verte. Hay días que me basta con observarte desde la puerta. Te miro, me gusta tanto mirarte que no quiero apartar de ti mi mirada y la dejo ahí enganchada. Me quedo quieta, muy quieta, pero sólo en apariencia. Todo se agita dentro de mí. Mi corazón se estremece, la sangre aletea en mis venas y un torbellino de emociones me golpea bajo la piel hasta rebosar y envolverme. Entonces mi boca sonríe y mi mente vuela y me traslada a un mundo de ensueño en el que sigo despierta. Sé que no te molestaré si te doy un beso y, de paso, me acurruco un instante a tu lado, con la ternura de un abrazo. Me sostienes, me proteges, eres cálido, fuerte y blando.

No hay nada comparable a estar contigo, a oír tu voz, dormir a tu vera y, al despertar, ver en la oscuridad tu perfil sobre la almohada, saber que estás ahí y sentirme cerca de ti. Me sorprendes cada día, junto a ti no hay rutinas, conviertes el presente en algo especial y mi vida en extraordinaria. Eres lo mejor que me ha pasado. Contigo el amor es fácil. Me haces reír, me haces pensar. Me haces desear ser mejor persona. Confieso que soy feliz y que me encanta decirte y que me digas “te amo”.

No hay comentarios: