Fatherhood by Kay Crain |
Tras su cordial sonrisa y atractiva fachada, el cuñadito también tiene cerebro. Aprobó la oposición con la máxima nota y pasó a convertirse en el atípico profesor (salvo en las películas) por el que las alumnas suspiran. Su llegada al instituto se asoció a la aparición de un sinnúmero de moratones en los brazos de la sección femenina, aunque ninguno secundario a la ejecución de castigos corporales. Tampoco se dedica a la educación física por lo que no era necesario que nadie se descalabrase en sus clases con el fin de llamar su atención. No, no era él el responsable directo de los hematomas sino que estos eran provocados por las amigas. ¿Cómo? ¿Se trataba de una encarnizada lucha por sus miradas? Tampoco era eso. Entonces ¿qué sucedía? La explicación había que buscarla en los indiscretos codazos y dolorosos pellizcos que se generaban a su paso por los pasillos. Generalmente iban acompañados de audibles susurros con el comentario de: "¿has visto qué bueno está el nuevo profe?" (y que él mismo oía). Al verle pasar bajaban tímidamente la mirada y se ruborizaban como adolescentes, que a fin de cuentas es lo que eran. No sé si aprenderían mucho en sus clases pero lo que sí es cierto es que en esa franja horaria la asistencia femenina era masiva. No faltaba ninguna. Aunque hubiesen amanecido con una fiebre espantosa, digna de una meningitis, si la enfermedad no requería hospitalización urgente, al llegar "la hora Coca-cola", mejoraban lo suficiente como para estar presentes (ya tendrían tiempo de recaer a posteriori, cuando le tocara el turno a otro profe con menos encanto). Estoy convencida de que su antiguo instituto vio multiplicadas las solicitudes femeninas para su asignatura a raíz de su contratación. Interés no les faltaba, que su atención se distrajese de la ciencia en el momento cumbre de la lección no era culpa de las pobres muchachas.
Se marchó con hermanita a Brasil y dejó tras de sí una estela de ojos llorosos y de jóvenes corazones rotos. Seguro que los alumnos masculinos agradecieron la oportunidad de reemplazarle. Por desgracia en la familia esas sustituciones no son tan fáciles. En el día a día, gracias a las comunicaciones, los correos, internet (cuando la conexión lo permite) y Skype, nos vemos de vez en cuando, aunque sea en la pantalla, y nos mantenemos informados de los progresos del menino, alrededor del cual gira la vida de sus padres. Sin embargo, en las reuniones familiares se echa de menos su amplia sonrisa y su inagotable buen humor. Las sobrinas no encuentran en el resto la misma disposición a la hora de jugar con ellas y pocos somos capaces de levantarlas y lanzarlas por los aires con la facilidad con la que él lo hace. Mi hermano es el único que suple esa función, aunque cuando está liado con las parrillas no puede ocuparse de las niñas de ese modo, so pena de asarlas "vuelta y vuelta" (lo que en ocasiones se agradecería).
Vendrán en Navidades y espero que traigan fuerzas para ser asaltados en su refugio por la familia al completo. Tendrán que satisfacer las ganas acumuladas por todos, a lo largo de un año, en un sólo mes. Ya falta poco. Hasta entonces haremos aún más ganas y hoy nos conformaremos con saturar su correo de mensajes de Felicidades.
¡FELIZ ANIVERSÁRIO CUNHADITO!
NESTA DATA QUERIDA,
MUITAS FELICIDADES,
MUITOS ANOS DE VIDA!
2 comentarios:
Muchísimas gracias por la entrada, da gusto leer historias donde uno es el protagonista y sólo de cosas buenas y agradables, la verdad es que aunque parezca mentira (yo ni me lo hubiera imaginado) tengo un poco de morriña de instituto, supongo que sí me reincorporara mañana al sistema educativo, según están las cosas, esa morriña desaparecería antes de que soñara el timbre del recreo, Jeje.
Como profesor que soy, es mi deber corregir los datos erroneos, y es que efectivamente al andar por los pasillos sea podían ver y oír miradas y comentarios, pero no todas bajaban la mirada... Hubo alguna que su ferviente adolescencia les obligaba a mantener la mirada y al final era yo el que desviada la mirada asustado y sonrojado.
Después de pasar 15 días en Brasil con La Señora, tengo que decir que el cuñadísimo es un estupendo marido, padre y anfitrión. Me sentí como en mi casa y me fuí con la tranquilidad de que no podía dejar a hermanita y al menino en mejores manos. La verdad es que los dos se entienden estupendamente y sólo siento no tenerlos más cerca.
¡Necesito veros más!
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