Una exposición para un espacio / Un espacio para una exposición por María José Zapatero Molinero, profesora de Arte
Las obras expuestas se realizaron entre los años 60 del siglo pasado y la primera década del actual. Su autoría corresponde a artistas españoles y estadounidenses muy reconocidos - algunos vivos, otros fallecidos – que trabajan desde el expresionismo abstracto al pop, pasando por el minimalismo y el informalismo. Las obras de escultores, pintores y un fotógrafo - convenientemente seleccionadas de la colección de Alberto Corral - se distribuyen en el recién estrenado espacio de cinco salas con ritmo sereno y claridad visual. Chilida y Tapies, Frank Stella y Motherwell, Alfaro y Susana Solano, Pérez Villalta (magnífico su oleo Puerta en la primera sala) y Jasper Johns están, entre otros, presentes en la muestra.
Sorprende gratamente el sabio aprovechamiento del sobrio espacio expositivo al que se tiene acceso desde el Claustro del Monasterio y en el que originariamente estaban ubicadas en él las celdas de los monjes. Techos altos, ventanas como modernas saeteras sin jardín en el que distraer la mirada; el enjalbegado de las paredes, el negro delimitando vanos y las maderas y cementos vistos. La iluminación lateral natural excelente y la cenital artificial destacan el valor textural, espacial y temático de las obras que dialogan entre sí en cinco subespacios interconectados sabiamente. Ejemplo de esa interconexión son los diálogos que fluyen entre Busto de Leiro, Biblioteca de Barceló y Cañas de Schoosler, Cuadrado de Anthony Caro y Nenúfares y nubes de Lichtenstein.
Sorprende gratamente el sabio aprovechamiento del sobrio espacio expositivo al que se tiene acceso desde el Claustro del Monasterio y en el que originariamente estaban ubicadas en él las celdas de los monjes. Techos altos, ventanas como modernas saeteras sin jardín en el que distraer la mirada; el enjalbegado de las paredes, el negro delimitando vanos y las maderas y cementos vistos. La iluminación lateral natural excelente y la cenital artificial destacan el valor textural, espacial y temático de las obras que dialogan entre sí en cinco subespacios interconectados sabiamente. Ejemplo de esa interconexión son los diálogos que fluyen entre Busto de Leiro, Biblioteca de Barceló y Cañas de Schoosler, Cuadrado de Anthony Caro y Nenúfares y nubes de Lichtenstein.
Como colofón de la visita nos queda escuchar el diálogo muy sutil y sugerente entre los Carduchos del Claustro y las modernas obras del espacio ACB. Podemos sentir el leve peso del espacio expositivo perfectamente encajado en el añoso e histórico del recinto del Monasterio de Santa María de El Paular. Nos sorprende la capacidad de conexión/adaptación que se establece entre ellos. Esto se lo debemos a la comunidad de monjes que tan esmeradamente cuida del patrimonio monástico; a Alberto Corral, fallecido en 2008, y pionero en el coleccionismo de escultura contemporánea; a su viuda que seleccionó la obra; al arquitecto que concibió el espacio expositivo; y a los organismos oficiales que han apostado por las obras de la bellísima colección ACB para traerla a El Paular.
Con estas “nuevas miradas” podremos pasar una jornada de convivencia entre espiritualidad y cultura.
Con estas “nuevas miradas” podremos pasar una jornada de convivencia entre espiritualidad y cultura.
PS: Gracias a la autora por permitirme transcribir su texto en el blog.
Esta reseña está publicada en la página web del Monasterio en la sección de Actividades de Amigos del Paular: http://monasteriopaular.com/amigos/actividades.html
2 comentarios:
Muchas gracias a las dos por darnos noticia de esta estupenda exposición y haber cooperado tan bien para ello. Es una presentación de primera.
Resulta una entrada sumamente tentadora para hacer una excursión a lo largo del verano y disfrutar de arte, gastronomía y amigos. Hay que hacer un hueco en la agenda para lo antes posible.
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