Todo es posible bajo la magia de la luna oculta. Se han borrado las fronteras entre realidad y sueño. Las sombras transparentes de la oscuridad se asoman. Sus figuras resplandecen bajo la nueva luna. Se escapan de la fantasía para surcar el día. Envuelto en polvo de plata, al pasar la segunda estrella a la derecha, un barco pirata navega hacia el País de Nunca Jamás: Peter Pan ha crecido.
Al bajar de la montaña, los lobos lloran con sus aullidos la pérdida de su luna blanca. No desean ser humanos y verse obligados a habitar la ciudad de cristal. Transformados, sin voz, sin sueños, sin corazón, recorren las aceras sin apartar la mirada del reflejo azul en las ventanas. Desorientados buscan un nuevo hogar. Desconocen su nuevo mundo mas no recuerdan su origen, y son incapaces de encontrar su lugar. La libertad ya no les pertenece. Según su forma cambia, se olvidan de las rocas, se olvidan de los árboles y olvidan que añoran su lado salvaje.
Las princesas son víctimas encantadas del hechizo extraviado de un hada. Esperan al villano que ha de rescatarlas. Si el príncipe llega a tiempo, el hechizo será eterno.
En el desierto el relieve de las dunas se alisa cuando surgen los dragones que dormían en su lecho. Al despertar estiran sus cuerpos para sacudir la arena que los cubría. Abandonan su refugio bajo tierra y desencadenan una tempestad de arena y fuego cuando levantan el vuelo. Fluyen coladas de lava entre las grietas abiertas. El viento exhala su último aliento. El desierto no late, no respira, es sólo un terreno inmóvil, abandonado y muerto. De sus restos renace el océano de los primeros tiempos: el mar de los dioses, de las leyendas, de los cantos letales de sirenas. Emergen reinos submarinos con murallas de coral. El agua se alza desde las simas en olas del tamaño de montañas, cordilleras tan altas que las crestas cuelgan en largas agujas heladas.
El aire sopla con violencia. Se filtra entre las rocas con aullidos desgarrados. Desgaja una aguja de hielo y arranca un jirón de nieve de la cumbre más alta de las montañas. Aire, roca, hielo y nieve forman una nube blanca que desafía a la tormenta maléfica. Bajo el roce de su lanza se deshacen las tinieblas. La nube es luz, un unicornio que cabalga hacia la luna azul. Se detiene frente a ella. La luna se queda quieta. El unicornio la rodea y la luna, complaciente, se da la vuelta.
1 comentario:
Qué maravilla! He esperado mi rato de tranquilidad para leerlo y ha sido abrir el regalo más mágico! Tienes un don, una estrella que brilla. Gracias por tus palabras, por tu imaginación y por compartir. Gracias
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