Después del campamento scout de verano concluí que las tiendas de campaña no están hechas para mí. Una cama y un baño no tienen precio.
Fueron dos semanas al lado del río Arlanza, en la provincia de Burgos. Sólo contábamos con la tienda de campaña, a compartir entre ocho, los sacos de dormir, varias cuerdas y el río. El resto era cuestión de recursos naturales, ingenio y muchos nudos. El primer día había que montar el campamento, lo que incluía construir el mobiliario: una mesa, unos bancos a los lados, una suerte de despensa colgada de un árbol y hasta un hornillo de piedra y barro. La mesa se componía de ramas rectas de buen tamaño, limpias y anudadas por medio de amarres cuadrados. Los bancos iban a los lados. La estantería se sujetaba por un amarre redondo y para el horno construimos una estructura en forma de colmena con paredes hechas de piedras enormes, y pesadísimas. Fue agotador.
Si alguien ha compartido una tienda entre ocho, y especialmente si le ha tocado dormir encogido en el ábside, comprenderá que la idea de repetir la experiencia a lo largo de dos semanas no resulte nada seductora. Tumbarse al raso, bajo los árboles y las estrellas, en medio del silencio, demostró ser una alternativa mucho más placentera, a pesar de que nos encontrábamos en la fresca provincia de Burgos al lado de un río. Se descansaba tan bien que la noche que me tocó guardia, después de hacer la ronda me senté en mi saco y me olvidé de avisar al siguiente turno. Nadie lo lamentó, a partir de ese día se suspendieron las guardias. Lástima que en el hospi no suceda lo mismo.
No había baños. Al otro lado del río, lo que requería vadearlo, y retirado del campamento, se excavó un hoyo con ese fin. Al rededor se clavaron unos maderos al borde para que la víctima se agarrase a ellos y con la sujeción evitar accidentes (mejor ni imaginarse semejante coyuntura). La privacidad era mérito de la lona que rodeaba el excusado. En fin, no voy a narrar nada más de aquello porque prefiero no recordarlo.
Cuando Baden Powell creó los scouts lo hizo con la idea de iniciar a los chiquillos en un entrenamiento militar, y doy fe de que su espíritu sigue vivo. Empezamos las marchas con una pequeña salida a Covarrubias, visitamos su preciosa plaza y su magnífica Colegiata. La excursión, de 10 km (y otros tantos de vuelta), mereció la pena. Claro que ese era sólo el plan para abrir boca.
En la segunda excursión, más larga y haciendo noche, escarmenté. Aprendí unas cuantas lecciones. La fundamental: llevar lo mínimo en la mochila, nada de "por si acasos". Fue ahí donde cogí el hábito de hacer maletas para las vacaciones con lo imprescindible, una habilidad de lo más útil que estrené en las misiones: caminatas de varios días de duración, a lo largo y ancho de la región, durante las cuales había que llevar a cabo algún tipo de empresa. Dada la longitud de este post tendré que hablar de ellas en otra ocasión.
3 comentarios:
?Porqué crees que yo me compré una caravana con baño completo, cocina, fregadero, frigirífico y calefacción y agua corriente? Mis experiencias en los campamentos a los que me obligaron a ir no se parecian nada a esos idilicos episodios que vemos en las peliculas americanas de serie B, mas bien se debeerian encuadrar en reportajes dentro del genero "regreso al infierno". La naturaleza está muy bien para ir a comer la tortilla de patatas y beber cerveza o sangría, pero a dormir, a una cama en conddiciones.
Lo más parecido que he vivido a esto que narras es el Camino de Santiago. Claro que, aunque no eran demasiado cómodas, en lugar de tiendas, nuestros dormitorios eran literas en una habitación compartida, algunas veces por más de 20 personas, con su consiguiente Nocturno en R (ronquido) mayor.
Me das envidia al leerte, mi espíritu aventurero frustrado echa de menos tener algunos recuerdos de esa clase. Lo bueno es que el tiempo borra el dolor de los raspones, las picaduras de los mosquitos y el peso de las mochilas, y nos deja solo con las sensaciones agradables.
Un beso.
Yo fui SCOUT. Y aunque ahora , con la edad no es lo mio la acampada sino los hoteles, recuerdo con cariño los años de las acampadas, los baños en los rios, incluso las letrinas. Los años que pase como scout aprendi a respetar la naturaleza, a los demas, a ser ordenada....
Publicar un comentario