Este post corresponde a la narración de mi hermanísima, mi trabajo se ha limitado a esta introducción y a un corta y pega:
" Desde hace un par de semanas mi casa anda patas arriba con la celebración de Halloween. Para los más escépticos, tengo que decir en defensa de esta fiesta, que sus orígenes se remontan a la celebración que los celtas hacían para espantar a los malos espíritus que llegaban la noche del 31 de octubre (el comienzo de su invierno). La iglesia Católica intentó erradicar esta fiesta pagana poniendo el día 1 una cristiana: la fiesta de todos los Santos. El pueblo se negó a prescindir de sus ritos y decidió seguir celebrando la víspera de los santos como hasta entonces pero cambiándole el nombre: en vez de festival de Samhein (pronunciado so-win) pasó a llamarse Hallow’s eve (la víspera del día de los Santos) y la palabra fue evolucionando hasta nuestro Halloween actual.
Durante muchos años se celebró sólo en lugares puntuales como Irlanda y fueron los mismos irlandeses los que llevaron esta fiesta hasta América al emigrar allí por la hambruna de la patata de finales del XIX. Los americanos adaptaron la fiesta a su estilo de vida y ahora se celebra en todo el mundo y especialmente en mi urbanización que está plagada de pequeños monstruos y brujas desde las cinco de la tarde hasta que las madres les obligamos a entrar en casa.
Los preparativos comenzaron hace un par de semanas: hay que hacer invitaciones, sacar la caja de los disfraces para buscar el modelito, pensar a qué amigas se va a invitar y que no sean muchas, preparar las decoraciones, intentar que no se nos escapen nuestros planes delante de personas que no podemos/queremos invitar…La verdad es que en estos momentos me encantaría tener un chalet enorme para no dejar fuera a nadie pero la realidad es que nuestro piso de 87 metros cuadrado da para lo que da. Aún así han cabido nueve niñas y un niño que ha venido engañado y que no necesitaba disfraz para parecer un muerto viviente; pobrecillo, no le han dejado ni hablar.
El tema de la comida y caramelos, corre de mi cuenta: las pequeñas brujitas comen como si de enormes Trolls se tratara y me suponen una compra extra de guarrerías sin gluten que hace que los de Mercadona se froten las manos: cuatro pizzas, patatas, doritos, fanta y champín, caramelos, mantel y decoraciones todo en tonos negros y naranjas para ambientar la casa como corresponde. Por supuesto no pueden ir maquilladas de cualquier manera y el pelo tiene que llevar los mechones de colores a juego con el disfraz (los que se frotan las manos en este aspecto son los chinos de la tienda de abajo que se han quedado sin existencias de botecitos inflamables de colores inverosímiles).
Los vecinos también tienen su trocito de cielo ganado ya que se pasan toda la tarde aguantando pitidos de los telefonillos, timbres, carreras por las escaleras, gritos, chillidos de “truco o trato”, enfados y alguna que otra lágrima que las queridas amigas sueltan cuando le toca a otra llevar el control…mi marido tiene menos paciencia y se encierra en el salón con la tele bien alta y la puerta cerrada para que nada disturbe su descanso la víspera de un día sin curro ¡hombres!
Gracias a Dios, esta y otras fiestas como las Navidades, son sólo una vez al año y nuestra naturaleza humana debe de contar con algún tipo de gen protector de nuestro sistema nervioso que hace que se nos olviden antes de que comience la celebración de la siguiente. De todos modos y con todo mi cariño de maestra masoquista, os deseo a todos un ¡FELIZ HALLOWEEN!"
2 comentarios:
Cuñado, te comprendo perfectamente. En tu caso yo habría huido directamente. Ya sabes que aquí tienes un refugio.
Eso, pobrecito.
Lo malo de estas fiestas "una vez al año" es que son muchas y variadas. Pero eso no es lo peor, sino la excusa del "es por los niños".
Apuesto a que el año próximo, el único varón asistente al evento de este año, declinará la invitación o irá a hacer compañía al cuñao. Criaturita.
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