Ayer tuve una mañana de quirófano desahogada. No es que lo fuese inicialmente, más bien todo lo contrario, pero dada la epidemia de virus catarral que circula por todas partes, hubo que suspender a dos de los pacientes programados. No parecía buena idea operarles con fiebre y convertir el catarro en neumonía. Aún así no nos sobró media mañana, una de las cirugías era delicada y requería su tiempo, y de él dispusimos gracias a los pobres enfermos. Salí del hospital a las 2 con lo que decidí ir a visitar a la tita Mercedes para felicitarla en persona por su cumpleaños. Mi madre tuvo la misma idea y se presentó allí apenas cinco minutos después que yo.
Conociendo a las titas, es mejor hacer así las cosas. De otra manera no saben cómo darte gusto por lo que se encierran en la cocina desde el momento de recibir el aviso de visita, para dejar preparadas un montón de delicatessen que luego te guardan en enormes tuppers con los que, fácilmente, te resuelven la comida hasta fin de mes. A las pobres esta vez las pille tan desprevenidas que no tenían "nada" preparado. Su nada en cuestión consistía en tener el frigorífico hasta reventar, que lo que no sé es cómo se las apañan para guardar las cosas el día que están prevenidas, porque su nevera es bastante más pequeña que la mía aunque, definitivamente, está mucho mejor aprovechada. El caso es que, además de un montón de fiambres, quesos e, incluso, embutidos de Canena, también habían preparado unos boquerones en vinagre, ensaladilla de pescada, alcachofas en salsa (que las hacen de muerte), y pollo con tomate (este último suficiente como alimentar a una cuadrilla, porque las pobres, que viven las dos solas, no saben cómo cocinar para menos de una docena de personas).
Por supuesto, al final de la opípara comida, todas las sobras quedaron repartidas entre mi madre y yo. El argumento esgrimido para que nos llevásemos absolutamente todo fue que ¿cómo se iba a quedar el Dr. House, al que adoran y que no había podido acompañarme porque estaba trabajando, sin probar nada de aquello? Lógicamente el Dr. House les está más que agradecido por el detalle aunque le suponga tomar pollo con tomate de aquí al domingo. Las alcachofas durarán bastante menos porque estaban exquisitas y me puse tibia en la comida. Lo siento por sus hijas que luego se iban a pasar por la tarde a felicitar a su madre y a las que sí que no les iba a quedar nada en la nevera más que el susodicho fiambre y los boquerones, y estos últimos porque no saben que al Dr. House le encantan. Además me traje un par de recetas y de anécdotas para el blog. Eso sí, el arroz con carabineros del que me dieron la receta con cantidades como para 6 personas puede dar de sí como para una docena.
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