Una de las diferencias más llamativas entre ambos sexos reside en el tipo de deportes que a cada uno ellos le gusta ver por televisión. En general, ante cualquier competición, el número de seguidores varones suele superar con creces al de las féminas, pero hay situaciones excepcionales. En ese sentido me confieso puramente femenina. Mi selección deportiva es muy limitada: me gusta la gimnasia, tanto rítmica como deportiva, el patinaje artístico, la natación, tanto de estilos como sincronizada, y los saltos de trampolín. Con esto no pretendo decir que sean deportes exclusivos para mujeres sino que, salvo la natación convencional, gozan de menos éxito entre los varones que el resto. Mis preferencias no se limitan a los espectáculos coreografiados sino que también disfruto con algunas pruebas de atletismo, aunque no las busco entre los canales para ver si las ofrecen, aunque no van más allá de las intervenciones breves e intercaladas de salto y de las carreras de distancias cortas. Soy incapaz de resistir las carreras más largas, esas en las que todos los corredores se agrupan durante un número interminable de vueltas hasta separarse en los metros finales. Reconozco su mérito pero mi interés por ellas no va más allá.
Paso olímpicamente de los deportes más populares: fútbol, baloncesto, voleibol, balonmano, hockey y demás encuentros que se juegan entre equipos con la ayuda de una pelota y que consisten en marcarle puntos al equipo contrario mientras un cronómetro-cuentagotas marca el tiempo segundo a segundo. Cuentan con una abrumadora mayoría de seguidores varones y las distintas cadenas luchan por hacerse con el derecho a sus retransmisiones, que suponen récords de audiencia. Por supuesto sé que entre sus filas también hay muchas, muchísimas mujeres. Entre éstas se cuentan la Señora y hermanita, que son verdaderas hinchas del Real Madrid, al que van a animar al Bernabeu. Si por algún motivo faltan a su cita en el campo, se las ingenian para no perdérselo igualmente.
Aunque no se sea forofa cuando se vive rodeada de ellos conviene conocer bien el calendario deportivo y tenerlo presente para no molestar durante ese rato. Si el evento coincide con alguna de las estancias del catedrático, cualquier interrupción, incluso telefónica, es contraproducente. Un berrido es a lo mejor a lo que se puede aspirar de cometer semejante error, y una bronca en el peor. Eso sí, en ningún caso le prestarán atención a la conversación. Estoy tan habituada desde mi infancia a tener de fondo el sonido del fútbol que me quedo dormida con los comentarios de los partidos, a pesar de que House se altere ligeramente en algún momento puntual, nada comparable a lo de mis padres, y despotrique contra el árbitro o por las jugadas mal llevadas. Por supuesto mi familia no es el único ejemplo de aficionados que organizan su actividad en función de la Liga, la Copa, la Champions o el Mundial. Son muchos los que dan prioridad al fútbol, por encima de cualquier cosa, incluida la salud. Esto hace que durante los partidos, la afluencia de pacientes a la urgencia se reduzca considerablemente y que en los encuentros decisivos, las salas de espera, al no estar provistas de televisor, incluso se vacíen. Para el médico de guardia son un par de más que bienvenidas horas de respiro, aunque son muchos las que las aprovechan para ver el encuentro.
1 comentario:
A pesar de que soy aficionada al fútbol, motos, tenis y cualquier deporte en el que compita España, hasta el punto de condicionar viajes y cuadrar la agenda para poder disfrutarlos (o sufrirlos, según se de), me he casado con alguien que además de estos deportes tiene que ver la formula 1, olimpiadas y mundiales de cualquier deporte y en directo. No sé muy bien cuál es el interés de una la final de jabalina entre Rusia, Ucrania y EEUU.... pero en mi casa se ve!
Publicar un comentario