lunes, 22 de abril de 2013

Magia

Asako Eguchi
Hay trucos de magia, actos engañosos que pretenden hacer creer que rompen las leyes de la naturaleza, y también existe la auténtica magia. Es un concepto diferente al asociado a las hadas, las brujas y los duendes. Se dice que la verdadera magia está en el interior de cada uno, pero en mi opinión esta reflexión se queda corta: la magia está en todas partes, nos rodea y sólo hay que abrir los sentidos para percibirla. Se busca la magia en fenómenos sobrenaturales sin ver la que tenemos delante en el día a día. No hay que buscarla, te encuentra. Tampoco hay que confundirla con la espiritualidad: no se precisa conectar con el karma, alcanzar ningún nirvana ni consagrarse a la fe de ninguna religión para sentirla. No se requiere ningún poder especial, basta con la capacidad de cada uno de disfrutar de las pequeñas cosas.

Por supuesto no todo es mágico. Ni siquiera lo que se percibe como tal posee el mismo tipo de encanto para todo el mundo. Las emociones son consustanciales a esa cualidad. Se habla de la magia del amor, que resulta evidente para los enamorados y que, en ocasiones, no parece más que una ilusión de atontados para los que no forman parte de la pareja. No es preciso flotar en una nube entre las flechas de Cupido para sentir el poder de los sentimientos. El que alguien, con su mera presencia, sea capaz de transmitir consuelo cuando es necesario, o de contagiar alegría es, indudablemente, un acto cargado de magia. Se podrá llamar empatía, pero el flujo que vincula una persona con otra tiene algo especial que difícilmente es explicable por las leyes físicas.

La magia no es sólo un rasgo humano, aunque las emociones que despierta sí lo sean. La belleza de una cascada, con su espuma blanca al tropezar con las rocas en su caída y el arcoiris de las diminutas gotas salpicadas en su choque final, existirá aunque ningún hombre las contemple. El aroma de una flor desempolva antiguos recuerdos y ambos se conservarán en el aire y en nuestra memoria aunque nos alejemos de ella. Una ráfaga de viento al pasar murmurará y arrastrará su murmullo de un lado a otro, ya sea entre hojarasca, polvo o lluvia. Un color que cambia con la luz, el reflejo de una piedra o el brillo de una mirada, pese a su cualidad efímera, provocan impresiones pasajeras y profundas que estimulan la imaginación y la inspiración. Los libros, una sucesión de páginas que llevan al lector a lugares lejanos con palabras capaces de convertir a desconocidos en seres tan cercanos que compartimos sus emociones y que nos seducen hasta enamorarnos, son, definitivamente, mágicos.

La auténtica magia es siempre blanca, engendra dicha y bienestar. En ese poder reside el secreto de la verdadera magia.

1 comentario:

Señora dijo...

Comparto totalmente contigo esta idea de la magia de lo cercano, de los momentos. La pena es que a veces vamos tan acelerados que no somos capaces de percibir o sentir esas cosas pequeñas que te pueden aportar sensaciones especiales. Y es que para la magia lo que sí se necesita es una disposición interna que ayude a la transformación.