viernes, 12 de abril de 2013

Espinacas caneneras

La cocina de Canena convierte en verdaderas exquisiteces los ingredientes más sencillos. El secreto del milagro está en el cariño con el que lo arreglan antes de cocinarlo y la paciencia con la que preparan todo muy despacio, sin prisa, y sin despistarse. En la cocina hay que estar atento a lo que se está o el desastre está asegurado. Si no que se lo digan al pobre House que se quedó sin sus pipas de calabaza, que le chiflan, la última vez que preparé cuarrécano. En vez de tostarlas al horno, las puse en la sartén. Al principio estaba muy pendiente, subía y bajaba el fuego continuamente para evitar que se arrebatasen (es vitrocerámica y se regula muy mal). En una de esas lo subí para darles un último tueste y me entretuve durante el proceso. Como consecuencia no lo bajé cuando debía y, en lugar de dorarse, se convirtieron enteritas en carbón. No se limitaron a ennegrecerse por la cáscara sino que toda la semilla se hizo picón. ¡Una pena!

El éxito de estas espinacas, según las hace la tita Carmen, en sus dos versiones (esparragadas y en salsa), estriba en que consigue dejarlas increíblemente suaves. Son tan cremosas que se derriten literalmente en la boca. Se funden poco a poco en el aceite hasta que no les queda ni media hebra. El único inconveniente es que al cocinarlas reducen. Por eso, cuando nos juntamos en casa de la tita unos pocos adeptos a sus guisos, de esos que, arrastrados a distancia por el olor de la comida nos presentamos allí sin previo aviso, no nos queda más remedio que conformarnos simplemente con catarlas (y eso con mucha suerte, porque como nos retrasemos un día no quedan ahí ni los restos). El pertenecer al grupo de médicos de la familia me ha colocado en una posición privilegiada a la hora del reparto de delicias culinarias. No sólo eso sino que como el otro miembro del grupo de galenos es House, en el caso de que el "pobrecillo" no haya podido acudir a la comida por algún motivo, sea el que sea, le guardan un tupper, más que generoso, para que lo comparta conmigo en casa y ambos nos repongamos bien del duro trabajo hospitalario. En mi opinión profesional no creo que haya ningún tratamiento mejor que lo que con tanto esmero sale de la cocina de las titas.

ESPINACAS ESPARRAGADAS
Según la tita este plato sirve simplemente de aperitivo.
En un poco de aceite templado tostar unos ajos.
En la misma sartén dar una vuelta a las espinacas, previamente cocidas y escurridas. Sólo hay que marearlas.
Añadir una pizca de pimentón molido dulce, un poco de agua, sal y vinagre.
Retirar los ajos y cocer unos minutos más.
Hay quien prefiere agregarles más agua y tomárselas con cuchara.

ESPINACAS EN SALSA
Escurrir bien las espinacas después de cocerlas para quitarles el líquido.
Rehogar un tomate triturado en la turmix con 1 hoja de laurel y una chispa de pimienta en un poco de aceite, simplemente que cubra el fondo de la sartén.
Cuando el tomate esté frito, poner las espinacas y darles unas cuantas vueltas a fuego medio.
Añadir un poco de pan rallado y un toque de pimentón (personalmente prefiero sustituirlo por azafrán) y darle una vuelta más (con cuidado para que no se queme y amargue).
En el mortero majar un ajo con unas hojas de perejil y rellenarlo de agua. Echar el majado en la sartén y cocer, durante unos 10 minutos, hasta que trabe la salsa.
Dejar reposar. Este paso es importante para que cojan bien todos los sabores.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No dejes al Dr. House sin las pipas de calabaza que son muy buenas para la próstata.

De las recetas de la tita Carmen, me quedo con el arroz cardoso. Cuando ella lo cocina, es una verdadera delicia.

Un beso, JMD.

Carmen dijo...

Las espinacas son una de mis comidas preferidas. Es cierto que a los niños no les suelen gustar (a mí me encantaban pero sólo con bechamel).A medida que una se va haciendo mayor y se da cuenta de las ventajas de esta verdura para la dieta y para ayudar (mucho más que esos yogures Bio que anuncian en la TV) a realizar otras funciones fisiológicas, empieza a disfrutarlas en distintas recetas. Además de las versiones caneneras, están buenísimas en tortilla: con una cebollita pochada, las espinacas pasadas a fuego fuerte para que pierdan el agua y luego se mezcla todo con unos huevos, su poquito de sal y se cuaja la tortilla en la sartén con su aceite de oliva ¡Menuda cena más rica!