miércoles, 13 de junio de 2012

Medias naranjas

Una de mis amigas, bajo los efectos de la decepción y el desánimo que acompañan a una ruptura, me comentó que a su media naranja la habían exprimido para hacer zumo. Posteriormente, descubrí que esa expresión es de uso común, pero aquella fue la primera ocasión en la que la escuché.

La verdad es que suele resultar complicado dar con la pareja ideal. Las relaciones son tan dispares que, además de naranjas, una se encuentra con una auténtica macedonia en la que se incluyen algunas frutas de lo más exóticas e incluso raras especies que se pensaba extinguidas.

Son múltiples los factores que influyen en la facilidad para hallar a la mitad complementaria y además estos varían en cada época de la vida. Es frecuente que a la mayoría de las adolescentes les guste el "guapo" de turno, y viceversa. No era mi caso: si el guapo era un hermoso melón, perdía todo el atractivo para mí. Una competidora menos a la hora de ir a la caza de sus sonrisas. Eso de adorar todo el día la bonita y hueca cabeza de uno, con el que no se podían cruzar más de dos palabras interesantes, y eso si tenía un día inspirado, no estaba hecho para mí. Tampoco creo que el guapo en cuestión lamentase demasiado mi falta de admiración.

La sociabilidad de mis hermanas en lo que respecta a tipo de cuestiones era una gran baza a su favor. Para mi desgracia, ese gen no lo heredé por lo que esa indudablemente útil cualidad nunca se ha manifestado con fuerza en mi carácter, bastante introvertido. Romper el hielo jamás me ha resultado fácil. Enseguida me sentía incómoda al verme rodeada de gente, me retraía y transmitía esa sensación a los demás. Procuraba desaparecer en cuanto veía ocasión de hacerlo y me preocupaba bastante poco, por no decir nada, el tema de la popularidad. Una vez tenía conformado mi pequeño círculo de amigos, no necesitaba ampliarlo con ramificaciones, intersecciones ni uniones con otros grupos. A más extenso el círculo, lógicamente mayor cabida y más posibilidades de encontrar entre sus miembros a alguien con quien se encaje. La diversificación de la muestra va a favor de la estadística de probabilidades.

Sir Frank Dicksee "Romeo y Julieta" 
Mis temas de conversación favoritos tampoco hacían nada por aumentar mi popularidad: libros, libros y más libros. También podía hablar de matemáticas, que era un interés si cabe aún menos compartido que la lectura.  Al tratar ese tipo de cuestiones me encontraba mucho más cómoda que con trivialidades en las que no estaba puesta. Hacer gala de ignorancia no era lo mío, ni tampoco disimular con arte mi desconocimiento. Recuerdo que una profesora me comentó en una ocasión que impresionase al chico que me gustaba con mi habilidad para la trigonometría, materia que me encantaba. Era buena maestra en lo suyo, evidentemente de ciencias, pero nula en cuestiones sentimentales de adolescentes. Aquella estrategia fracasó estrepitosamente, salvo en conseguirnos a los dos un sobresaliente en la materia.

No sólo era difícil encontrar a alguien del sexo opuesto que compartiese mis aficiones sino que, los que había, eran aún menos sociables que yo. Hay momentos en los que el anhelo romántico supera el sentido común y una ácida naranja termina emparejada con un amargo pomelo. La combinación resultante no beneficia a ninguno de los dos cítricos. No hay que rendirse, según se descarta al resto de los frutos también se hace hueco para que aparezca, bien escondida al fondo del cajón, la mitad idónea.

6 comentarios:

Chema dijo...

El vicio de leer en particular (y la cultura en general) no mejora la vida sexual de uno durante la adolescencia. De hecho suele hacerla inexistente. Recuerdo que una chica salió aterrada de mi lado porque no sabía lo que significaba sinopsis (no sinapsis). A cambio mejora las oportunidades de triunfo a partir de una cierta edad (gracias Benedetti).

Elvira dijo...

Lo de la media naranja siempre me ha parecido muy relativo.... los paladares son diferentes y varían mucho a lo largo de la vida; las naranjas se ponen malas, algunas se quedan ácidas y no consiguen madurar. En fin, quien tiene suerte y encuentra una pieza en la mecedonia que madure y se poche más o menos a la vez creo que puede darse por satisfecho, ya sea un kiwi o un higo!

Besos!

Anónimo dijo...

Es lo típico pensar en que consiste una media naranja , pero te deseo que tengas un día genial y que esa conjugación de frutas salga perfecta.
Felicidades .en el anonimato te voy a llamar piña dulce con lima ,te parece bien.

Besos.

Gemela María.

Anónimo dijo...

¡Muy bien Grumpy¡
También me gustan los comentarios.
Yo prefiero naranjas y limones, solo de quien vosotros sabéis, al estilo de Julio Romero de Torres, pero para probar, es bueno lo que apunta la Geme.
Aunque firme como siempre, está claro quien lo escribe.
Y&G

Anónimo dijo...

Calculo que la fruta elegida por el Dr. House es la manzana, es la fruta elegida solo para Dios, vale un paraíso, por haber escogido esa fruta y porque San Antonio siempre guiará su mano. ¡Felicidades!
Y&G

Carol dijo...

Me siento muy identificada...siempre me he sentido un poco " bicho raro" ...